domingo, 23 de marzo de 2014

Los 50 años del Parque de Las Leyendas

La Primera, marzo 23 de 2014.

Por: Wilfredo Pérez Ruiz (*)

El tradicional Parque de Las Leyendas, una de las entidades más emblemáticas de la capital, celebra sus 50 años de fundación. Su magnífica pluralidad arqueológica, botánica y zoológica, ofrece un conjunto singular de atractivos únicos. Sin duda, ésta institución –inaugurada el 20 de marzo de 1964- ha logrado interiorizarse en la memoria colectiva de los limeños. Las añoranzas de miles de compatriotas están vinculadas con su evolución.

Hagamos un recuento para entender los entretelones de su establecimiento. A comienzos de 1960, Lima experimenta los cambios propios de la expansión urbana, la consolidación de pueblos jóvenes, la migración del campo a la urbe y el aumento de las demandas de su población. Estos factores contribuyeron a la reducción progresiva de los espacios para la distracción familiar y el entretenimiento infantil. En América Latina sólo Perú y Ecuador carecían de un zoológico.

Los pormenores que permitieron hacer realidad el Parque de Las Leyendas –el lugar público más visitado del país con 2,7 millones de personas al año- involucró la participación de cuatro peruanos en particular: Fernando Belaunde Terry, Felipe Benavides Barreda, Violeta Correa Miller y Enrique Barreda Estrada, quienes sumaron esfuerzos y voluntades para cristalizar un sueño integrado al desarrollo de la metrópoli.

Sobre una extensión inicial de 24 hectáreas, cedidas por la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima, comenzó la cimentación de su primera etapa (1963). Se compraron 84 hectáreas a la Pontificia Universidad Católica del Perú y se aceptó la donación de tierras de las haciendas Queirolo y Conchas. En relación a la futura entrada se empezó la obra desde la avenida La Marina hacia la esquina del estanque Maranga.

Por su parte, Ernesto Gastelumendi –prestigioso arquitecto que participó en este proyecto- en su artículo “Remanso en medio de la agitada ciudad” (1989), aseguró: “Se consideró que para exponer una visión integral del Perú debían estar representados elementos de nuestra cultura en diversas épocas y regiones. En la entrada orientaban al público ocho paneles con el texto y expresiones pictóricas de las leyendas u origen de nuestra cultura, obra del pintor Sabino Springuett, poniéndose así en evidencia la intención del parque”.

Años más tarde se convocó al especialista norteamericano Robert Everly -considerado una autoridad internacional en el diseño, construcción y mantenimiento de jardines botánicos y parques zoológicos- para elaborar el documento de planificación de mayor importancia de esta entidad: el Plan Maestro. Su empresa McFadzean, Everly and Associates había edificado más de mil zoológicos a nivel mundial. La relevancia del Parque de Las Leyendas no solo radica en su valor recreativo, sino en su influyente rol sensibilizador acerca de la conservación de especímenes en peligro de extinción, la educación ambiental y la actividad turística. Así lo aseveró Felipe Benavides: “Casi no hay una capital o ciudad importante en el mundo que no tenga un zoológico. Los zoológicos son indiscutibles centros de unión de la familia; allí se juntan el anciano y los niños menores, promueve la salud y la felicidad del pueblo, ofreciendo, a la misma vez, una oportunidad visual de las riquezas naturales de la patria, del mundo y la forma de defenderlas. En pocas horas muestran al turista muchas de las tradiciones y bellezas que reúne el país”. (“Función social de los zoológicos”, 1971).

La biodiversidad de nuestro territorio se encuentra expresada en la Zona de la Peruanidad, constituida por la costa, sierra y selva. Un amplio espacio en donde el visitante logra tener una visión regional; además de la Zona Internacional. El jardín botánico y el complejo pre inca brindan un alcance excepcional al recorrido. Posee 1,800 géneros de flora, 205 especies de animales y 53 huacas que sugiero aprovechar para desplegar una intensa tarea educativa, cultural y social.

El Parque de Las Leyendas reúne un sinfín de sitios con insospechados anécdotas. El Espejo de Agua es un escenario apacible erigido con los adoquines de la fachada del Panóptico (la antigua cárcel de Lima); la antigua bolichera donada por el magnate pesquero Luis Banchero Rossi; una mina modelo que describe los procesos de la actividad minera; el bello mural en honor a San Francisco de Asís trabajado por los 25 años del Fondo Mundial para la Naturaleza (1986); el atractivo pabellón “Celestino Kalinowski” –asentado en 1966 sobre la estructura metálica del stand de los Estados Unidos en la Feria Internacional del Pacífico- posee una muestra inédita de aves disecadas por este deslumbrante taxidermista y ornitólogo cusqueño; el bambú que puebla la selva fue trasplantado desde los terrenos en donde se principió a erigir la vía expresa que une Lima con Barranco.

Varios museos temáticos ofrecen la posibilidad de conocer nuestra geografía y antepasados, entre otros aspectos consignados a afianzar nuestro sentido de pertenencia; un vagón con la semblanza ferroviaria del país colmado de ilustrativas fotografías, planos y mapas; el novedoso aviario con el alegórico gallito de las rocas; el amplio ambiente Pampa Galeras presenta una cantidad elocuente de vicuñas; y una reproducción de la afamada piedra de Saywite.

Disfrutar de una laguna para paseos en botes, caídas de agua, caballeriza, la ambientación del cuento de Abraham Valderomar “El caballero Carmelo”, auditorios, felinario y áreas de picnic, entre otras novedades, suscitan acudir a este reducto de la peruanidad que forma parte del legado de la “Ciudad de los Reyes”. Un lugar que da la oportunidad de echar un vistazo al inmenso valor del patrimonio ambiental e histórico de una nación “que tiene escrito en el libro de su historia, un porvenir grandioso”, como anotara Antonio Raimondi.

Es imposible recordar el Parque de Las Leyendas sin evocar a su más representativo gestor, fundador y presidente ad honorem: Felipe Benavides (1917-1991). Un peruano que condujo, con honestidad, entrega y esmero, el patronato durante sus períodos más significativos y, además, ganó batallas, inspiró envidias, cultivó admiraciones, suscitó polémicas, afirmó anhelos y despertó afectos. Su reminiscencia siempre estará vinculada al parque de sus ilusiones, desvelos y realizaciones.

En palabras de nuestro memorable ex presidente Fernando Belaunde Terry: “El Parque de Las Leyendas, humildemente, sin alardes ni dispendios, florece en las plantas, palpita en los animales e inspira en los restos y las tradiciones del Perú milenario. Y cada nuevo brote, cada nuevo alumbramiento, cada nuevo hito de peruanidad que allí aparezca, será como un mensaje póstumo del recordado conservacionista”.

(*) Docente, conservacionista, consultor en temas ambientales, miembro del Instituto Vida y ex presidente del Patronato del Parque de Las Leyendas – Felipe Benavides Barreda. http://wperezruiz.blogspot.com/
"No se puede respetar la dignidad del ser humano, mientras el ser humano no respete la dignidad de la naturaleza".

Felipe Benavides
Lima, 1984

martes, 18 de febrero de 2014

Felipe Benavides: El legado de un peruano ejemplar

Generacción, febrero 2014.

Por: Wilfredo Pérez Ruiz(*)

El recordado conservacionista Felipe Benavides (Lima, agosto 7 de 1917- Londres, febrero 21 de 1991) exhibió una trayectoria consagrada a un preclaro ideal: el resguardo de la supervivencia silvestre, el hábitat y el patrimonio natural. Luchas incomprendidas en momentos en que los asuntos medioambientales eran ajenos a las demandas sociales inmediatas.

Enriquecieron su vida las multifacéticas vivencias -propias de su educación familiar y condición de clase- experimentadas en su juventud. Ostentó una personalidad avasalladora, seguro de sí mismo, con espíritu emprendedor y nutrido por la influyente sapiencia europea de mediados del siglo XX. Agresivamente franco, frontal e implacable para defender nobles causas. Mario Vargas Llosa anotó: “Con mi respeto y admiración al último de los idealistas”.

Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), cuando se desempeñaba como primer secretario de la misión diplomática peruana en Londres, ofreció su ayuda humanitaria a la Cruz Roja Internacional conduciendo ambulancias y rescatando a las víctimas de los incesantes bombardeos alemanes sobre la metrópoli inglesa. Esta experiencia sensibilizó su vocación por la protección de las fuentes de alimentación de las poblaciones afectadas por la conflagración.

Aristócrata de nacimiento e integrante de una estirpe enraizada con la república. Felipe se comprometió con la necesidad de alcanzar el desarrollo sostenido usufructuando las extraordinarias riquezas oriundas y, por cierto, respetando las ancestrales tradiciones de los villorrios. Una de sus victorias más significativas fue salvaguardar a la vicuña e impulsar el empleo de su fibra para mejorar la economía del campesinado.

El primer campanazo en su enérgico avatar se produce en 1953 a los 36 años de edad. Se enfrentó a la poderosa flota pesquera del multimillonario Aristóteles Onassis, presionó al gobierno para imponerle una severa multa y lo obligó a retirarse de nuestro litoral. Gracias a su denuncia la Marina de Guerra del Perú intervino y apresó al barco “Olympic Challenger” de 18,000 toneladas. Esta incursión costó al magnate griego dos millones de dólares de sanción, aunque no recuperamos las 4,000 ballenas cazadas en forma despiadada.

Evidenció su inquietud por la educación, la recreación y el esparcimiento familiar al proponer la construcción de un nuevo zoológico en la ciudad. En este empeño cumplió una labor significativa: gestó, fundó y presidió ad honorem del Parque de Las Leyendas (durante casi 15 años) y logró posesionar este indudable escenario en la reminiscencia de los limeños.

Tiempo más tarde y después de estudiar los informes del biólogo británico y héroe de la Segunda Guerra Mundial, Ian Grimwood y del estudioso Carl B. Koford, Benavides planteó la creación de la Reserva Nacional de Pampa Galeras. Para este propósito consiguió la invalorable aportación del presidente de la Sociedad Zoológica de Frankurt, el profesor alemán Bernardo Grzimek, quien gestionó dos millones de dólares -provenientes de la República Federal Alemana- en ayuda técnica para esta área protegida de vicuñas.

El establecimiento de esta reserva -dedicada al cuidado, manejo y explotación de este animal silvestre- se concretó con la participación de la comunidad de Lucanas, que cedió parte de sus tierras a cambio de recibir asistencia gubernamental. Mantuvo un trato recíproco con los aldeanos ayacuchanos que, además, lo nombraron su presidente honorario. “Soy el único Benavides que es presidente de una comunidad campesina y que no es socio del Club Nacional”, decía con orgullo.

Los esfuerzos de Felipe Benavides recibieron la justa gratitud del ex presidente Fernando Belaunde Terry, quien en 1977 le escribió: “Tengo que agradecerte una vez más por tu acertado consejo y tu decidida orientación en lo referente a la preservación de la vicuña en Pampa Galeras. Aunque los correspondientes laureles te pertenecen por entero, me halaga que obra tan trascendente se realizara en mi tiempo. Las estadísticas son consagratorias en cuanto al aumento de la población”.

Pasó a la historia del movimiento conservacionista, entre otras numerosas consideraciones, por haber sido el primer ganador y único compatriota hasta nuestros tiempos en merecer el premio “J. Paul Getty” (1975) -otorgado por el jurado presidido por su alteza real Bernardo de Holanda-, en reconocimiento a su rol para preservar a la vicuña de la extinción y “por sus esfuerzos para crear el Parque Nacional del Manú”. Su amigo, el príncipe Felipe de Inglaterra –presidente honorario del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF)- le manifestó en una nota: “Yo he estado fuera y perdí las noticias de que te ganaste el premio Getty. Estoy realmente contentísimo. No puedo pensar en ninguno que haya alcanzado tanto, teniendo que afrontar tales dificultades. Muchas felicidades”.

Su cometido mereció el elogio del príncipe Bernardo de Holanda, quien declaró al entregarle la distinción Orden “Van de Guoden Ark” (1973): “...Esta orden es conferida, por su enérgico liderazgo en la conservación de la fauna silvestre en América Latina y en particular por su participación en salvar a la vicuña de la extinción”. Por su parte, el Felipe de Inglaterra en una misiva enviada en 1985 al escocés Ian MacPhail, fundador del WWF Internacional, afirmó: “Estoy muy complacido en saber que él (Felipe Benavides) está tan activo como siempre. Espero que su especie no esté en peligro, de lo contrario, todo el movimiento de conservación se colapsaría. La realidad es que él, es un espécimen único de esta especie y tiene que hacer cosas a su propia manera. Le deseo todo el éxito”.

Bregó activamente con las agrupaciones campesinas y nativas. Empecinado protector de la intangibilidad de la Reserva Nacional de Paracas -amenazada por la sobreexplotación de la concha de abanico-, intervino en la fundación de la Reserva Nacional Salinas y Aguada Blanca y alentó campañas contra el tráfico ilegal de la flora y fauna. El oso de anteojos, la taruca, el lobo de mar, la nutria de río y el tigrillo, fueron algunas de las variedades silvestres merecedoras de su atención. Fue determinante su asesoría en la preparación del capítulo denominado “De los Recursos Naturales” de la Carta Magna de 1979.

Obtuvo la aprobación en la sexta conferencia anual de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Canadá, 1987), de la propuesta del estado peruano para elaborar telas de lana de vicuña provenientes de la esquila de animal vivo –registradas con la marca “Vicuñandes-Perú”- con el unánime respaldo de la congregación científica. De esta manera, se iniciaba una nueva etapa en la utilización racional de este camélido para beneficiar a las circunscripciones andinas.

Felipe ganó batallas, inspiró envidias, cultivó admiraciones, suscitó polémicas, afirmó anhelos y despertó afectos en los habitantes de la serranía. Su memoria estará vinculada con la tutela de los recursos naturales y los ecosistemas. Fue un visionario adelantado a su época que sensibilizó a la sociedad acerca de la vigencia de los asuntos “verdes”. Su voz llegó a representativos foros como la Academia de Ciencias de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en donde fue presentado como “naturalista natural”.

Su mensaje también es un referente cívico y moral que debe inspirarnos a mantenernos firmes e incólumes en nuestros principios y valores. Demostró consecuencia y evadió dejarse vencer por las apatías de una nación invertebrada, convulsionada e insolidaria. Hizo de la honradez, la valentía y la lealtad, una convicción que definió sus actos en todo tiempo, circunstancia y lugar. Tenía un elevado concepto del honor y la dignidad.

Evocar a tan afamado conciudadano es un gesto de entereza en un entorno renuente, ingrato y ausente de filiación colectiva para valorar las confrontaciones libradas en amparo de nuestros propios intereses. Su proceder estuvo dedicado al país con el que lo unió un sentimiento diferente, agudo y disconforme que nunca ocultó. No obstante, su quehacer se enmarcó dentro de esas emociones enaltecedoras. Trabajó por el bien común hasta el último suspiro de su existencia sin insinuar remuneraciones, privilegios o mezquindades.

Sus palabras: “Los 20 millones de peruanos de mañana no perdonarán nunca a los que hoy, si les destruimos su fuente alimenticia por haberla descuidado o simplemente exportado, como fue el guano, caucho, maderas, pieles, chinchilla y, por poco, la vicuña. Cuidado y visión hacia el futuro es la única posibilidad de resolver este problema” (1974), hablan de su constancia para asegurar el capital ecológico a las presentes y venideras generaciones. Esta es la inapreciable herencia de un hombre apasionado, íntegro y probo.

(*) Docente, conservacionista, consultor en temas ambientales, miembro del Instituto Vida y ex presidente del Patronato del Parque de Las Leyendas – Felipe Benavides Barreda. http://wperezruiz.blogspot.com/
"La conservación es lucha permanente,independencia indispensable para decir la verdad y toda la verdad. Ética, como todo en la vida, es la mayor fuerza que tiene el hombre para defender la vida".

Felipe Benavides
Lima,1989

domingo, 5 de enero de 2014

Los pioneros del Manu: 40 años después

La Primera, junio 2 de 2013

Por: Wilfredo Pérez Ruiz (*)

El 5 de junio se cumplen cuatro décadas de la creación del afamado Parque Nacional del Manu. Uno de los refugios naturales más atractivos y admirables de la región que sigue concitando la intensa atracción de la comunidad científica mundial.

He querido compartir esta nota -después de una investigación durante la que he tomado contacto con los verdaderos autores que impulsaron la fundación del Parque Nacional del Manú- con el propósito de dar a conocer los entretelones y personajes involucrados en la gestación esta singular área protegida. Este es un homenaje al puñado de conservacionistas que participación en esta hazaña.

En 1963, cuando el conservacionista peruano Felipe Benavides Barreda (1917 – 1991) estaba de visita en el Museo de Historia Natural de Smithsonian (Washington) admiró el conjunto de dioramas representativo de las aves de nuestra selva. Su amigo, el secretario del Smithsonian, Dillon Ripley le informó que el responsable era el taxidermista y ornitólogo cusqueño Celestino Kalinowski Villamonte.

Celestino estudió en los laboratorios del departamento de Zoología del Museo de Historia Natural de Chicago. Descubrió en la región de Marcapata (1950) un carapacho desconocido hasta aquella fecha que, actualmente, se denomina en su honor “Drymaeus Coelestini”. Siempre fue reconocido por la calidad de sus trabajos.

Kalinowski –quien vivía 28 años en la zona del Manú- se reunió en 1965 con el presidente del Patronato de Parques Nacionales y Zonales (Parnaz), Benavides, a quien señaló la importancia de prohibir la entrada al Manú. Tenía información que madereros, buscadores de oro y cazadores, principiaban a ingresar y, además, aseguró que era un lugar único en nuestra amazonia y que, por lo difícil de su acceso, mantenía intactos sus ecosistemas.

Tiempo más tarde, en comunicación del 6 de enero de 1967, Kalinowski señaló a Felipe: “Siempre, en el manifestado deseo de brindar mi máxima colaboración me permito sugerir que a la brevedad posible se disponga la medida proteccionista de declarar ZONA RESERVADA, toda la Hoyada del Manú, que con absoluta seguridad constituye la única zona en la que todavía exista la fauna y flora casi intacta o virgen, con tal medida, se iniciaría la formación de los Parques Nacionales que lamentablemente no han sido ni creados, ni realmente valorizados. La urgencia manifestada, viene motivada por la presencia en la región referida, de grupos de estudio para la explotación de madera. Los posibles linderos de la Zona Reservada, serían los que comprendan desde la quebrada de Juárez, con todos los afluentes que forman el río Manú desde sus nacientes; y, por la Cordillera, hasta llegar a TRES CRUCES”.

Este taxidermista -para constatar lo señalado en su epístola- invitó al prestigioso biólogo británico Ian Grimwood a visitar el Manú y presentar un informe al presidente del Parnaz y al director del Servicio Forestal y de Caza del ministerio de Agricultura, Flavio Bazán Peralta. En su estudio Grimwood escribe emocionado: “...la cuenca del Manú, es una de las pocas localidades en el Perú que da oportunidad de observar la vida silvestre en su estado natural en toda su magnitud”. En su escrito enfatiza la ventaja del Manú, sobre otras regiones de la selva y la sierra, por conservar todavía poblaciones numerosas del lagarto negro, lobo de río, charapa o tortuga de río, taruca, oso de anteojos, entre los recursos andinos y sub-tropicales.

En mérito a esta investigación se expidió, el 7 de marzo de 1968, el decreto reservando un área de 1`400.000 hectáreas en la cuenca del río Manú, comprendiendo los departamentos del Cusco y Madre de Dios, para el futuro parque nacional. Seguidamente, se nombró una comisión integrada por representantes del Servicio Forestal y de Caza, la Oficina Nacional de Evaluación de Recursos Naturales (ONERN) y la dirección de Colonización, a fin de presentar un proyecto sobre sus futuros límites definitivos.

A partir de las tratativas iniciadas por el presidente del Parnaz ante el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), se recibió la primera donación proveniente de una colecta entre la niñez realizada en Gran Bretaña ascendente a 100 mil soles. El Parnaz contribuyó ese año con igual ayuda económica. En julio de 1967, la filial americana del WWF envió una colaboración de 4,620 dólares y el vice-presidente del WWF Internacional, Lukas Hoffmann, llegó al Perú con el propósito de ofrecer su cooperación.

El 5 de junio de 1973 se concreta el Parque Nacional del Manú -mediante D.S. Nro. 644-73-AG- comprendiendo una extensión de 1`532.806 hectáreas entre los 200 hasta los 4,800 m.s.n.m. De esta manera, se creaba el parque nacional de bosque húmedo más grande del mundo y el noveno en extensión.

Parte de su enorme potencial ecológico lo constituyen aves, reptiles, mamíferos y batracios. Sólo en una extensión de 200 hectáreas fueron identificadas 468 variedades de aves; además, de encontrar nueve especies de primates, así como pumas, caimanes, gallito de las rocas, venado de cola blanca y capibara. En su interior habitan numerosos nativos de las comunidades machiguenga, yaminahuas y amahuacas.

Para impulsar el desarrollo de esta área natural la Sociedad Zoológica de Frankfurt -a través de la Asociación Pro-Defensa de la Naturaleza (Prodena), cuyo director ejecutivo era Augusto Urrutia Prugue- entregó 25 mil dólares por concepto de equipos. Por su parte, la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) y el WWF participaron con ayuda técnica y económica para la preparación de su Plan Maestro.

Gracias a la Asociación Prodena se orientó la administración, organización y capacitación de guardaparques, gestionándose partidas presupuestales para lograr un adecuado manejo del área. Esta entidad entregó una red de comunicaciones para la implementación de las estaciones de Akanaco, Pakitsa, Bocamanú y una estación móvil, en Madre de Dios, ascendiendo la donación a casi un millón de soles.

Nuevamente, el interés por conocer este parque se manifiesta cuando un grupo de destacados científicos vinieron a nuestro país en 1975. La delegación la integraban Thomas E. Lovejoy, director científico del WWF de los Estados Unidos, Ann La Bastille, ganadora de la medalla de oro del WWF -por haber salvado a la famosa ave guatemanteca Quetzal- y George Woodwel. Fue imposibilitado el viaje del famoso astronauta Nils Armstrong, quien también estaba invitado. El recorrido -organizado por Felipe Benavides- llevó a los expertos hasta los límites del parque con el afán de tener contacto con las colectividades indígenas.

La Bastille escribió para la famosa revista Audebaun el primer artículo publicado en los Estados Unidos sobre el Manú. Allí recoge las palabras de Benavides: “Será en el futuro este lugar maltratado por las invasiones de científicos, turistas y negociantes de la conservación y nunca más podrán volver a apreciar lo que hoy día admiramos”.

La inspiración de Celestino Kalinowski continúa mereciendo la expectativa internacional. Diversas revistas europeas han dedicado ediciones enteras a este recóndito paraíso silvestre. El conocido cineasta y biólogo británico Tony Morrison, produjo la película “A park in Perú” (“Los parques en el Perú”), seleccionada entre las cuatro mejores para exhibirse en la Segunda Conferencia Mundial de la Naturaleza. Esta producción –dos veces transmitida por la televisión británica y promovida por la BBC de Londres- muestra la variada cantidad de especies del Manú. Así también, incluye vistas del emblemático gallito de las rocas.

En nuestro medio la historia suele con frecuencia ser olvidada o distorsionada. “El pueblo tiene una picota para quien le miente, pero también, para quien no le dice la verdad a tiempo”, afirmó el político y pensador cubano José Martí. Los peruanos debemos conocer, apreciar y valorar a los auténticos promotores de tan maravilloso escenario natural que contribuye –por su esplendor y biodiversidad- a afianzar nuestro orgullo e identidad nacional.

(*)Docente, conservacionista, consultor en temas ambientales, miembro del Instituto Vida y ex presidente del Patronato del Parque de Las Leyendas – Felipe Benavides Barreda. http://wperezruiz.blogspot.com/
“Cuando desaparezca todo lo que actualmente pobla la Tierra, sus plantas y sus animales, creados para servir al hombre pero no para que éste los destruya, ya no se podrá volver a hacer y habrá que esperar otros 600 mil millones de años para que otro mundo vuelva a nacer”.

Felipe Benavides
Arequipa, 1975

Mis recuerdos de Felipe Benavides: 20 años después

Revista de Ciencias Veterinarias, febrero 2011

Por: Wilfredo Pérez Ruiz (*)

El 21 de febrero se recuerdan 20 años de la partida de Felipe Benavides Barreda (1917 – 1991) y quiero compartir algunas de mis vivencias con él. Nuestro primer encuentro fue en la primavera de 1984, cuando acudí a su oficina ubicada en la cuadra siete avenida Nicolás de Piérola, entusiasmado para colaborar con él en defensa de la Reserva Nacional de Paracas. En aquella ocasión estuvo acompañado de Bárbara d’Achille quien era su colaboradora ad honorem en Prodena y comenzaba a realizar sus prácticas de periodismo ambiental en el diario El Comercio y la revista Caretas, gracias al apoyo y recomendación de Felipe. Ese contacto fue breve y concluyó en el restaurante “El café de París”.

Sin lugar a dudas, me impresionó su personalidad avasalladora, firme y segura. Conversaba incansablemente y reflexionaba sin detenimiento acerca del Perú. Además, era agudo, incisivo y de hablar claro, aunque incomode. Ese momento marcó el inicio de una relación intelectual, institucional y, fundamentalmente, afectiva.

Fueron muchos los sentimientos que nos unieron y muchos, también, el tiempo compartido a su lado; todos fines de semana eran esperados con gran ilusión. Sabía que el sábado lo pasaríamos juntos en su casa, en compañía de su esposa María Luisa, quien nos atendía; primero, preparando el té y luego, sirviendo la cena en horas de la noche. A esos encuentros solía unirse Augusto Dammert León.

Durante los años que permanecí a su lado, pude constatar su obsesionada dedicación hacia el Parque de Las Leyendas, que presidió durante tantos años. Tenía la deferencia de recogerme todos los días para llegar juntos al zoológico. Alguna vez al ingresar al parque detuvo su automóvil, miró a los niños que ingresaban y exclamó: “Ve estos niños, por ellos es que hago toda esta obra. Ellos son mi satisfacción...”. En ese instante comprendí cual era la genuina motivación que lo animó a realizar esa extraordinario obra recreativa y cultural.

Gracias a él he forjado un vínculo de identificación con el Parque de Las Leyendas como pocas veces en mi vida he logrado establecer con alguna institución. Me pidió conducir la remodelación del pabellón de aves “Celestino Kalinowski”, que lleva el nombre del taxidermista cusqueño con quien trabajó en la creación del Parque Nacional del Manu. Y del que siempre hablaba, refiriéndose a él como un hombre, sencillo y austero, que descendía de una familia de origen polaco. Por esa razón, fue una experiencia interesante supervisar las obras para implementar del mejor modo posible este ambiente con aves de la costa, sierra y selva peruana. La emoción fue grande cuando ese lunes 14 de agosto de 1989, reinauguramos el museo con la asistencia de Nelly Venero de Kalinowski y del embajador de Polonia, entre muchos otros invitados. Al concluir las ceremonias y los brindis, solía quedarme siempre con Felipe; pero ese día me sentí un poco indispuesto y decidí retirarme, ese día, al despedirme de él, me abrazó (algo poco usual en él) y me dio las gracias con un énfasis habitual en el que animaba los esfuerzos realizados por alguien de su entorno más cercano.

El último año de su vida (1990) fue intenso para él. El 30 de marzo –a solicitud de un grupo de parlamentaros liderados por el diputado José Lescano Palomino- el presidente de la Cámara de Diputados, Luis Alvarado Contreras, le impone la Medalla al Mérito “Juan Antonio Távara Andrade” en el grado de Gran Cruz. Era la última condecoración que recibiría quien en su pecho había también exhibido la “Orden del Imperio Británico” (Gran Bretaña, 1963) y la “Orden del Arco Dorado” (Holanda, 1973), entre otras tantas merecidas distinciones.

Me causó indudable satisfacción que Felipe incluyera al concluir su discurso las palabras que me había dedicado al obsequiarme su informe titulado “Historia de la reintroducción de la vicuña en el Ecuador” (1989): “La conservación es lucha permanente, independencia indispensable para decir la verdad y toda la verdad. Ética, como todo en la vida, es la mayor fuerza que tiene el hombre para defender la vida”. Aquella tarde, luego de la breve ceremonia en el Congreso de la República, compartimos un almuerzo familiar por invitación de su hijo Diego Francisco.

A los pocos días presenté mi primer libro “Conservación de la naturaleza ética e intereses” en el que Felipe había escrito la presentación. Me sentía contento de compartir ese acto con él. Tuvo palabras muy generosas para mí y había dejado constancia de ellas en la obra, al señalar: “…Es para mí un honor encontrar, a través de los artículos de Wilfredo Pérez Ruiz, que a los 18 años despierta ante este mundo contaminado y paulatinamente violado, y sale con la mejor arma que tiene en sus manos la nueva generación, su voz libre y valiente de protesta, acompañada de la indispensable denuncia contra la corrupción, que es el mayor enemigo de la sobrevivencia de la naturaleza. Nuestra esperanza es que, en el futuro, jóvenes como el autor de este libro, estén representados en todos los parlamentos de nuestro planeta”.

Paralelamente, el canal cuatro de la televisión británica preparaba la película titulada “Benavides” (estrenada en Londres el domingo 13 de enero de 1991), que fue televisada por dos millones de personas en Europa. Felipe trabajó mucho en las prolongadas y fatigosas grabaciones. Se debía repetir cada toma cuantas veces era necesario. Fueron 16 horas de filmación hasta concluir el trabajo a fines de mayo. Esta producción le permitió dejar constancia de sus puntos de vista acerca de la dramática situación peruana y mundial en el tema de la conservación del patrimonio natural. El 5 de mayo, Felipe celebró un nuevo triunfo: presentó en el Parque de Las Leyendas los primeros mil metros e telas de vicuña en presencia de la prensa nacional y extranjera. Allí estaba el representante de las comunidades de Pampa Galeras, su entrañable amigo Salvador Herrera Rojas, quien emocionado observó la entrega formal que Felipe, en su condición de presidente del Consejo Nacional de la Vicuña, hacia al ministro de Industria, Turismo e Integración, Carlos Raffo Dasso. En ese momento significativo, que coronaban su larga y fatigosa lucha en beneficio de los pobladores ayacuchanos, lo acompañamos un grupo íntimo de amigos. Una vez más, ganó la batalla.

A pesar de su temple y enorme fortaleza, y contrariamente a lo que se pudiera pensar, fueron sinfín las soledades que afrontó cuando era calumniado por quienes promovían sórdidas acciones en su contra. Fui testigo cómo en esas adversas circunstancias, las personas de su cercano entorno institucional y amical actuaron en forma poco solidaria e indiferente. Todos le dieron la espalda, aunque siempre admiré la excepcional lealtad de Augusto Dammert León, caballero distinguido, peruano entregado al servicio del bien común y, fundamentalmente, hombre decente y ejemplar, que estuvo con Felipe en la conducción del Parque de Las Leyendas y en otras inquietudes comunes.

De todas las personas que conocí a través de Felipe, algunas me cautivaron más que otras, por diversas razones de aprecio e identificación personal. Dammert, cuya perseverancia y sentido de la amistad nunca podré olvidar; Leonor Saúd Castillo, quien no desmayó en su cooperación conservacionista y su noble amistad. Miguel López Cano, Nicanor Mujica Álvarez Calderón y Javier Pulgar Vidal, políticos, intelectuales y peruanos honorables a quienes admiré y quise por sus impecables credenciales éticas y ciudadanas. Hacia todos ellos mi amistad, afecto y recuerdo es inapreciable.

Estas líneas serían inconclusas, sino incluyera mi recuerdo de su esposa María Luisa su compañera inseparable. Una encantadora, culta y fina dama sueca que hizo suya sus causas altruistas. Estas líneas son un tributo lleno de cariño, amistad y gratitud ilimitada para ambos, con quienes compartí a plenitud los mejores años de mi juventud, recibiendo permanente y sincero aprecio fraterno.

Felipe me enseñó a conocer, interpretar y querer al Perú. Recuerdo nuestros continuos viajes a Paracas y Pampa Galeras, para apreciar la importancia de estos bellos refugios naturales, donde nos acompañaban científicos, periodistas y parlamentarios, como nuestros comunes amigos Manassés Fernández Lancho e Ian MacPhail. Sus conocimientos, su cultura y su percepción del mundo dejaban deslumbrado a más de un invitado.

Siempre tenía la generosidad de hacerme llegar sencillos y escuetos mensajes de aliento cuando permanecía en sus largos peregrinajes en el extranjero. Jamás olvidaré sus expresivas palabras, escritas de su puño y letra y enviadas por fax: “Mi mensaje a Wilfredo: Gracias por su apoyo tanto moral como hablado” (Londres, octubre 31 de 1989).

Fueron innumerables las lecciones que aprendí de este hombre visionario, emprendedor y combatiente; a su lado entendí que las dificultades, apatías e incomprensiones, deben estimular nuestra lucha constante para alcanzar los nobles propósitos de toda causa justa Su legado, su ejemplo moral y la firmeza de sus convicciones, seguirán siendo la fuente de inspiración de quienes como yo, admiramos su calidad humana, su obra y la enorme huella e influencia que ha dejado como testimonio para las futuras generaciones.

(*) Docente, conservacionista, consultor en temas ambientales, miembro del Instituto Vida y ex presidente del Patronato del Parque de Las Leyendas – Felipe Benavides Barreda. http://wperezruiz.blogspot.com/
“Los 20 millones de peruanos de mañana no perdonarán nunca a los de hoy, si les destruímos su fuente alimenticia por haberla descuidado o simplemente exportado, como fue el guano, caucho, maderas, pieles, chinchilla, y por poco, la vicuña. Cuidado y visión hacia el futuro es la única posibilidad de resolver este problema”.

Felipe Benavides
Lima, 1974

Paracas: Una “reserva” de negociados

Revista de Ciencias Veterinarias, agosto 2009

Por: Wilfredo Pérez Ruiz (*)

Una nueva amenaza se está concretando para la Reserva Nacional de Paracas (Ica). Esta vez se trata de la construcción de una industria petroquímica, autorizada por el Ministerio de Energía y Minas al grupo Bresia. Este proyecto, que ha recibido el respaldo estatal, pone en una situación vulnerable a tan representativo espacio cultural, histórico, paisajístico y ambiental. Curiosamente, el lugar donde se establecería tiene el estatus de “zona de interés para inversiones en petroquímica” y forma parte de la Zona de Amortiguamiento de esta área natural protegida.

En el 2004 el debate se centro en la instalación de la planta de fraccionamiento de gas, en la playa Lobería, por la compañía Pluspetrol Perú Corporación S.A. Se trataba de una propuesta valorizado en 4,000 millones de dólares (7.5 por ciento del PBI) y el monto de sus beneficios netos sería de 10,000 millones de dólares. Las sospechas en torno a la seriedad de sus operaciones eran válidas por su ubicación (lugar altamente sísmico y próximo a la Zona de Amortiguamiento) y debido a que este consorcio produjo una catástrofe al derramar 5,500 barriles de petróleo en el río Marañón. Ello afectó a las poblaciones nativas y el ecosistema de la Reserva Nacional Pacaya Samiria (2000).

Este reciente episodio se suma a una larga lista de graves acontecimientos suscitados en esta admirable joya ecológica, desde hace varias décadas, que han estado relacionados con la permanente confrontación entre la conservación del ambiente y los desmedidos afanes de favorecer a élites económicas, sin una visión de futuro sobre los alcances de estas iniciativas relacionadas con la explotación de los recursos naturales. Sobre el particular, hagamos un poco de historia.

La presencia del puerto San Martín (Punta Pejerrey) hasta donde llegan camiones cargados de ácido sulfúrico que atraviesan la Reserva Nacional de Paracas, impidió concretar la propuesta del prestigioso biólogo británico Ian Grimwood para declarar santuario nacional la península. Con esta nueva y controvertida intención de la corporación Bresia, el tráfico terrestre y fluvial aumentará y, por lo tanto, los peligros de accidentes, derrames y alteraciones al ecosistema.

En 1983, y a partir del “Fenómeno del Niño” de ese año, se produjo una sobreabundancia de la concha de abanico en Paracas y, consecuentemente, el gobierno -a través del Ministerio de Pesquería- benefició a ciertas empresas con la extracción ilimitada de esta riqueza hidrobiológica para los mercados internacionales. A los desórdenes de esta actividad -que se extendió durante varios años- se sumó la edificación de dos muelles financiados por el Banco Interamericano de Desarrollo (1985). Estas acciones contaron con el aval del ministro Ismael Benavides Ferreyros, a quien su tío, el recordado conservacionista Felipe Benavides Barreda, denunció denominándolo: “Abimael Benavides: terrorista de la naturaleza”.

Este suceso sólo tiene parangón con la “fiebre del oro” en California (1849). Entre 1983 y 1987, según el disuelto Instituto de Comercio Exterior, se generaron 74 millones de dólares por el comercio de este recurso, pero también se establecieron asentamientos humanos e instalaron 5,000 pescadores, 700 embarcaciones y 800 buzos, ocasionando incalculables trastornos ambientales y sociales. No faltaron senadores, diputados, alcaldes y amigos de los partidos gobernantes que estuvieron involucrados en estas sórdidas acciones, como Alberto Galeno Tapia (AP) y Agustín Mantilla Campos (PAP), este último específicamente señalado en el informe de la Comisión Investigadora sobre la Extracción de la Concha de Abanico en la Bahía de Paracas de la Cámara de Diputados (1987).

Pero, eso no es todo. El pretendido aprovechamiento de bentonita (1982), la edificación de albergues turísticos en la playa Atenas (1986), la emisión de los desechos domésticos e industriales en el río Pisco y en la bahía de Paracas, el establecimiento de industrias y el turismo descontrolado, etc. son algunos de los males que perjudican éste escenario de inigualable valor ornitológico, entre otros aspectos. Asimismo, una deficiencia en la conducción de esta reserva es la poca participación de la población local, que tiene elevados niveles de pobreza, y también los escasos índices de inversión en actividades concordantes con sus fines conservacionistas.

Algunos de los pusilánimes “funcionarios públicos de carrera” responsables de estos sucesos y que tienen como habitual comportamiento el miedo, la apatía, los silencios cómplices, la sumisión ante decisiones comprometedoras y exhiben efímeras lealtades (eso lo puedo acreditar por mi experiencia en la conducción del Parque de Las Leyendas) integran controvertidas organizaciones no gubernamentales y han sido asesores de organismos oficiales en este gobierno.

Es oportuno recordar que el actual régimen, a pesar de su aparente disposición para asumir la temática ecológica tuvo que retroceder en su afán de reducir el Parque Nacional Bahuaja Sonene (Madre de Dios y Puno), proyecto que de haberse concretado habría permitido la utilización de gas y petróleo en este espacio natural. Sobre el particular, cabe agregar que el intendente de Áreas Naturales Protegidas del Inrena (Instituto Nacional de Recursos Naturales) pagó con su cargo el haberse opuesto a las intenciones del titular de Agricultura (2007). La denuncia de parlamentarios norteamericanos (en vísperas de la aprobación del Tratado de Libre Comercio) obligó al estado peruano a rectificarse. No necesitamos decir lo que pasó, hace escasos meses, cuando el Poder Ejecutivo pretendió desconocer legítimos derechos de las comunidades nativas y lo expresado en tratados internacionales para usufructuar la diversidad biológica en la amazonia.

Todos estos hechos demuestran que la constitución del Ministerio del Ambiente (2008) no responde a una real y honesta decisión de incorporar el quehacer ambiental como eje central del desarrollo. Como lo dijimos en su momento, su creación evidenció el agudo olfato político y mediático del jefe de estado en vísperas de la V Cumbre de ALC-UE. A más de un año del nacimiento de este portafolio, pocos son los resultados y muchas las contradicciones, desautorizaciones y retrocesos relacionados al manejo de la gestión ambiental y a su injerencia en las políticas gubernamentales. Este año el Ministerio de Economía le asignó 95 millones de dólares de presupuesto de los 260 millones de dólares solicitados. Este ejemplo es más que elocuente.

Consideramos significativa la llegada de capitales orientados hacia sectores que contribuyan a impulsar propuestas de largo aliento. Pero, el Perú requiere que éstos se desenvuelvan respetando los controles y reglamentaciones ambientales, en un medio en donde todavía el marco institucional presenta debilidades, vacíos e inconsistencias y, especialmente, teniendo en cuenta la carencia de voluntad para conciliar los asuntos “verdes” con los grandes temas de la agenda nacional.

Es importante que el Ministerio del Ambiente, de donde depende ahora el Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sinanpe), tenga el apoyo político y económico que facilite el cumpliendo de sus atribuciones, tal como sucede en las naciones industrializados que tienen un sólido ordenamiento ambiental y cuyas inversiones son promovidas por este gobierno. Creemos que el progreso debe tener en cuenta, como su mejor aliado, a la biodiversidad y, consecuentemente, al hombre que es el “fin supremo de la sociedad”.

(*)Docente, conservacionista, consultor en temas ambientales, miembro del Instituto Vida y ex presidente del Patronato del Parque de Las Leyendas – Felipe Benavides Barreda. http://wperezruiz.blogspot.com/
“Toda inversión en defensa de nuestros recursos naturales renovables, es la mejor garantía para que nuestras futuras generaciones gocen de una buena alimentación, fuentes de riqueza y de trabajo, y ante todo no olvidar del que atente contra el equilibrio ecológico de la naturaleza será responsable de la escasez de alimentos de su pueblo”.

Felipe Benavides
Lima, 1974

Felipe Benavides: Un amigo del Partido del Pueblo

La Tribuna, junio de 2005.

Por: Wilfredo Pérez Ruiz (*)

El conservacionista peruano Felipe Benavides Barreda (Lima, agosto 7 de 1917 - Londres, febrero 21 de 1991) fue una de las figuras mundiales más representativas del quehacer ambiental. Aristócrata de nacimiento, descendiente de Fermín Diez Canseco (héroe del Huáscar), tuvo una formación académica e intelectual privilegiada. Realizó sus estudios superiores en el London School of Economics, bajo la tutoría del profesor Harold Laski, líder del socialismo inglés, secretario general del Partido Laborista y condiscípulo del político peruano Víctor Raúl Haya de la Torre.

Su relación con el fundador del aprismo comienza indirectamente cuando el hermano de su padre, Augusto Benavides Diez Canseco, refugió en su residencia a Víctor Raúl durante la persecución política de los años 30. Tiempo más tarde, por diversas circunstancias Felipe forjó gran amistad con Humberto Silva Solís, Humberto Carranza Piedra y Ramón Ponce de León, destacados dirigentes apristas. Asimismo, su inquietud por la ecología facilitó su amistad también con Guillermo Larco Cox, Nicanor Mujica Álvarez Calderón, Ramiro Prialé, Javier Pulgar Vidal, Carlos Roca Cáceres, Alfredo Santa María, Manuel Seoane Corrales, Héctor Vargas Haya, Armando Villanueva del Campo y otros.

Sus firmes convicciones éticas y cívicas lo llevaron a protagonizar un episodio que cambio sustancialmente su vida profesional. A principios de la década de los 50, cuando se desempeñaba como Encargado de Negocios en la embajada del Perú en Suecia, se negó a distribuir información oficial del gobierno que difamaba la trayectoria política del jefe del Partido del Pueblo. Ese acontecimiento fue utilizado por la dictadura de Manuel A. Odría para disponer su pase a disponibilidad en 1954.

Años más tarde, en los aprestos para la elaboración de la carta magna, Armando Villanueva fue portador de su mensaje al presidente de la Asamblea Constituyente, y en el, cual Felipe señaló la urgente necesidad de incorporar la temática ambiental en la nueva constitución política. Esta inquietud fue recogida por Haya de la Torre en su discurso inaugural (28 de julio de 1978), para luego designar a este fogoso ambientalista como asesor ad honorem de la comisión redactora del capítulo “De los Recursos Naturales”. Precisamente, su valioso e importante aporte en el seno de esa comisión hizo del capítulo “De los Recurso Naturales” ejemplo paradigmático, sobre tan señero tema, para las demás constituciones creadas en América Latina en el transcurso de la década siguiente.

Felipe Benavides se caracterizó por su profunda identificación con el país y por su anhelo de lograr el desarrollo nacional aprovechando las extraordinarias potencialidades ecológicas y respetando nuestras ancestrales tradiciones culturales y sociales. Por esas consideraciones el rector de la Universidad Nacional Federico Villarreal, Justo Enrique Debarbieri, lo declaró “Doctor Honoris Causa” (1980) en reconocimiento por su fecunda labor salvaguardando las riquezas naturales.

Su obsesionada preocupación sobre los problemas nacionales, que tanto han perjudicado el desenvolvimiento económico y social de los sectores más deprimidos, lo vinculó con el intelectual y entonces senador Miguel López Cano, con quien trabajó estrechamente diversas iniciativas legislativas para proteger la Reserva Nacional de Paracas amenazada por la sobreexplotación de recursos hidrobiológicos (1983).

El primer gobierno del presidente Alan García Pérez respaldó sus responsabilidades (ad honorem) en la presidencia del Patronato del Parque de Las Leyendas y del Consejo Nacional de la Vicuña, creado este último con la ayuda del presidente del Consejo de Ministros, Armando Villanueva (1988). Igualmente, gracias a la intervención del jefe de Estado, Benavides logró la aprobación -por la comunidad internacional- de la propuesta peruana para elaborar telas de vicuña provenientes de la esquila de animal vivo, lo que además mereció el unánime apoyo de la colectividad científica mundial. De esta manera, se iniciaba una nueva etapa en el aprovechamiento racional de un recurso silvestre en peligro de extinción, cuya transformación y comercialización de su fina fibra beneficiaría a las postergadas poblaciones andinas.

Más tarde, el presidente de la Cámara de Diputados, Luis Alvarado Contreras, atendiendo una solicitud multipartidaria -presentada por el diputado aprista José Lescano Palomino- le impuso en 1990 la medalla “Juan Antonio Távara Andrade” en el grado de Gran Cruz “por su destacada labor como investigador de la ecología”. Fue la última distinción que recibió en vida este tenaz defensor de las nobles causas nacionales.

Cuando fue bárbaramente destituido de la presidencia del Parque de Las Leyendas por el gobierno de Alberto Fujimori Fujimori (1991), muchas voces autorizadas expresaron su indignación. Entre ellas transcribimos las palabras del diputado aprista Fernando Ramírez Alfaro, quien en su artículo “El día que las vicuñas lloraron” (Expreso, 31 de enero de 1991) indicó: “Ni Felipe Benavides –ni ninguno de los miembros del Patronato- cobraba sueldo, dieta, movilidad, viático o algún estipendio económico. Personas como el embajador Augusto Dammert y los demás miembros del Patronato, acompañan al señor Benavides porque en sus espíritus está añejada esa vocación de servicio por la patria y en sus corazones el amor por la naturaleza”.

En un póstumo acto de justicia la congresista Elvira de la Puente Haya de la Torre con la adhesión de los integrantes de la Célula Parlamentaria Aprista, lograron la aprobación por unanimidad en el Congreso de la República (20 de setiembre del 2001) del proyecto de ley No.038-2001-CR, que añade al Parque de Las Leyendas el nombre de este ilustre peruano.

Adelantado a su tiempo, culto y visionario, fue un personaje singular que mereció la simpatía de muchos peruanos. “Tu sabes que soy conservacionista y sigo, aunque sea de lejos, tus profundas huellas. Todo lo que pueda hacer por nuestra naturaleza me alegrará. Estoy a tus órdenes”, le escribió el 27 de setiembre de 1985 el entonces ministro de la Presidencia, Nicanor Mujica.

Ganó batallas, inspiró envidias, cultivó admiraciones, suscitó polémicas y despertó, sobre todo el reconocimiento de las colectividades rurales. Su recuerdo estará siempre vinculado con la conservación del patrimonio natural, con la gestación de lúcidos aportes de connotaciones nacionales e internacionales y, especialmente, con la protección de los derechos del Tercer Mundo para alcanzar un desarrollo inteligente, honesto y responsable.

Benavides siempre se enorgulleció de haber sido reconocido con el título de presidente de la comunidad campesina de Lucanas, en cuyas tierras pasta el 70 por ciento de la población nacional de vicuñas y propietaria de los ámbitos donde se establece la Reserva Nacional de Pampa Galeras. Así era este aristócrata miraflorino comprometido plenamente con el campesinado.

Amigo del aprismo, peruano ejemplar, consecuente con su entrega moral, fue un quijote moderno al que no podemos dejar de evocar al cumplirse un año más de su partida. Su legado nos recuerda la importancia de incorporar la gestión ambiental no solamente en el caro y patriótico anhelo de elevar la calidad de vida de los más pobres, sino también para la salvación de nuestro inmenso hogar: El planeta tierra.

(*) Docente, conservacionista, consultor en temas ambientales, miembro del Instituto Vida y ex presidente del Patronato del Parque de las Leyendas – Felipe Benavides Barreda.
“Se hace evidente que los países latinoamericanos necesitan constituir una comisión internacional, que podría ser a través de la OEA, encargada de defender los recursos naturales renovables de nuestro continente, lo cual no sólo es vigente sino esencial, porque es preciso que una comisión coordine las leyes de veda y control de caza y pesca, como también las exportaciones de esos productos en los países latinoamericanos, para conseguir que sean eficaces las disposiciones de defensa de la naturaleza existente”.
Felipe Benavides
Lima, 1973

Las leyendas de Felipe Benavides

Revista de aniversario del Parque de Las Leyendas, marzo 2004

Por: Wilfredo Pérez Ruiz (*)

“Casi no hay una capital o ciudad importante en el mundo que no tenga un zoológico. Los zoológicos son indiscutibles centros de unión de la familia; allí se juntan el anciano y los niños menores, promueve la salud y la felicidad del pueblo, ofreciendo, a la misma vez, una oportunidad visual de las riquezas naturales de la patria, del mundo y la forma de defenderlas. En pocas horas muestran al turista muchas de las tradiciones y bellezas que reúne el país”. Felipe Benavides y las razones que lo inspiraron para solicitar desde 1960, la constitución de un zoológico para Lima. (“Función social de los zoológicos”, El Comercio, 27 de octubre de 1971),

Al cumplirse 40 años de la creación del Parque de Las Leyendas “Felipe Benavides Barreda” (20 de marzo de 1964), queremos presentar esta crónica que describe la historia, los pormenores y las vicisitudes que demandó la planificación y constitución de este centro de esparcimiento. Una obra dejada por un importante y entusiasta grupo de peruanos que bien vale recordar.

A comienzos de 1960, Lima experimenta los cambios propios de la expansión urbana, la consolidación de pueblos jóvenes, la migración del campo a la ciudad y el aumento de las demandas de su población. Estos factores contribuyeron a la reducción progresiva de los espacios para la recreación familiar y el entretenimiento de la niñez.

En América Latina, sólo Perú y Ecuador, carecían de un zoológico; en Estados Unidos y Europa, cada ciudad poseía uno y hasta dos parques como parte de los programas de educación; la India, estaba organizando uno de extraordinarias características; China y la Unión Soviética, tenían zoológicos famosos.

Dentro de este contexto, surge el interés de Felipe Benavides para constituir uno moderno concordante con la nueva composición social y demográfica de la capital, teniendo en cuenta su valor cultural y educativo. Así lo han comprobado estudios que recomiendan a los educandos visitar estos establecimientos para familiarizarse con la fauna silvestre en peligro de extinción. Del mismo modo, juegan un rol significativo en el análisis científico, la actividad turística, la conservación de especies y brinda al visitante un escenario natural donde puede divertirse.

“La construcción del parque zoológico de Lima es una deuda nacional para con los niños y nuestra cultura, y es necesario saldarla. Su creación es un anhelo general que sólo necesita la seguridad de una institución altruista capaz de convertir el deseo en realidad”, se afirma en la publicación “Construyamos el parque zoológico de Lima” (1960), elaborada por Felipe Benavides y cuya portada fue diseñada por la recordada científica María Koepcke.

EL PRIMER PASO

Un grupo de personalidades integradas por Enrique Del Solar, Cristóbal Vecorena, Ramón Ferreyra, Hans W. Koepcke, Jorge Sánchez, Arístides Herrer, Luz Sarmiento, Felipe Ancieta, Oscar Tovar y Alvaro Piazza, fundaron el comité organizador de la Sociedad Zoológica del Perú, presidido por Felipe Benavides, con la finalidad de crear y sostener el futuro zoológico de la capital.

El documento “Construyamos el parque zoológico de Lima” especifica que esta institución privada tendrá como objetivos: Fomentar el estudio y la investigación de la zoología y botánica, dando preferente atención a los problemas nacionales; difundir los conocimientos de la zoología en todos sus aspectos, a fin de estimular la mejor comprensión de la naturaleza; iniciar vínculos de cooperación entre las personas e instituciones que estudian las ciencias biológicas y aquellas que están dispuestas a prestar su concurso a los fines de la Sociedad Zoológica del Perú; y establecer contacto con entidades dedicadas al fomento de la zoología y botánica.

Este acontecimiento fue informado por el presidente del comité organizador al decano de la prensa nacional. En carta enviada al director del diario El Comercio, Alejandro Miró Quesada, el 12 de abril de 1960, le comunica: “En la última reunión habida en mi casa hace unos días anuncié a estos caballeros que consideraba el momento oportuno para hacer pública la formación de la Sociedad y los fines que ella persigue. Se acordó informar a la prensa en general sobre la constitución de la Sociedad. Tengo interés que tu diario publique la formación de la Sociedad Zoológica Nacional y sus fines, anticipadamente a los otros diarios y revistas, pues reconozco que ustedes vienen desde hace tiempo abogando por esta idea. El Comercio siempre ha propiciado el establecer un zoológico nacional y ha aprovechado esta oportunidad para que esta idea se haga conciencia en el Perú”.

“Como te repito, me agradaría que tu diario sea el primero en publicar la noticia de la formación de la Sociedad y comentar respecto a nuestro objetivo, que viene a llenar un vacío nacional. Hasta Sofocleto dice que no es lógico que en el Perú no haya zoológico y que no se explica como habiendo tantos “animales” en el país, no tengamos un buen lugar para exhibirlos”.

Una de las primeras acciones del comité organizador fue dirigirse al alcalde de Lima para concretar su ofrecimiento de ceder el ambiente denominado “La Glorieta” (ubicado en el Parque de la Exposición, donde funcionó el antiguo zoológico), con la finalidad de “contar con un local que al servirnos de oficina nos permita centralizar nuestras actividades”. Lamentablemente, esta petición no tuvo el resultado esperado.

La Sociedad Zoológica del Perú, como se puede deducir, nació con el objetivo de asumir la conducción del zoológico, como sucede en otras partes del mundo, donde estas entidades filantrópicas colaboran con sus conocimientos y trabajo voluntario. Siempre estas asociaciones se encuentran ubicadas dentro de los parques.

Por tal razón, el Patronato del Parque de Las Leyendas suscribió en 1985, un convenio de cooperación con esta organización para coordinar ayuda técnica, económica y científica, y buscar fomentar el estudio de la zoología y la botánica, establecer vínculos a nivel internacional, mantener intercambio de información, realizar campañas de educación ambiental y desarrollar labores en salvaguarda del patrimonio natural.

EL HIPÓDROMO DE SAN FELIPE

Debido a su doble función de área verde y centro cultural, se consideró que el zoológico debía estar situado dentro del perímetro de la ciudad o en un lugar unido a ésta por una buena vía de acceso, para facilitar la movilización del público. De modo que, se elegiría su ubicación entre aquellas zonas con mayores ventajas para su funcionamiento y por las posibilidades de adquisición del terreno.

Según lo expresado en “Construyamos el parque zoológico de Lima”, era esencial contar con una extensión mínima de 20 a 25 hectáreas, “por cuanto las instalaciones, áreas y pabellones para animales y vegetales así como las áreas libres, deberán ser bastante amplias, según las tendencias que se siguen en la actualidad. Esto trae consigo magnífica exhibición de los animales, sin que éstos sufran mayormente las molestias y consecuencias de la estrechez e incomodidad de jaulas”.

Coincidentemente, estaban por concluirse las obras del hipódromo de Monterrico y existía la intención que el sitio perteneciente al hipódromo de San Felipe (que sería devuelto al Estado), fuese asignado para el nuevo zoológico. Ese fue el parecer de Felipe Benavides: “Tenemos la intención de solicitar al Estado unos 150,000 metros cuadrados de los terrenos del actual hipódromo de San Felipe, pues como tú muy bien sabes todos los zoológicos en el mundo están en ubicación central para que el pueblo pueda acudir a ellos con facilidad” (misiva del 12 de abril de 1960 al director de El Comercio).

Su entusiasmo por el favorable desarrollo de los acontecimientos, lo expresa en su carta (11 de julio de 1960) al embajador del Perú en Gran Bretaña, Ricardo Rivera Schreiber: “Me alegra comunicar a usted que las gestiones para realizar el Gran Parque Zoológico de Lima están muy avanzadas, habiendo ya formado la Sociedad así como la aprobación de los estatutos. He encontrado gran cantidad de gente de todas las clases y medios interesados en mi proyecto y espero que pueda realizarse dentro de poco. Desde luego mis deseos de que los terrenos del Estado del hipódromo de San Felipe, una vez que este pase a Monterrico, sean entregados a la Sociedad para el Parque Zoológico no será fácil tarea. Sin embargo, me siento optimista pues ya he recibido el apoyo de los diarios de Lima, así como de las revistas, que como usted comprenderá, en nuestro medio es siempre importante esta ayuda”.

Sin embargo, el ámbito del hipódromo de San Felipe fue transferido al Instituto de la Vivienda, a pesar que la Oficina Nacional de Planificación y Urbanismo recomendó emplear esas extensiones para incrementar los espacios libres de Lima, dado su bajo porcentaje de parques.

EL PARQUE DE LAS LEYENDAS

Sobre una extensión inicial de 24 hectáreas cedidas por la Beneficencia Pública de Lima (actualmente tiene aproximadamente 120 hectáreas), se comenzó en 1963, la primera etapa del Parque de Las Leyendas, que abrió sus puertas al público el 25 de diciembre de ese año. También, se compraron 84 hectáreas pertenecientes a la Pontificia Universidad Católica del Perú y se aceptó la donación de las haciendas Queirolo y Conchas. Con relación a la futura entrada del parque, se empezó la obra desde la esquina de la avenida La Marina en línea directa hacia la esquina del estanque Maranga.

El lugar seleccionado ocupaba el antiguo territorio de los marangas (que rendían culto a la juventud). En su perímetro quedaban la famosa huaca de los Tres Palos, en cuyo interior se escuchaba el claro tañido de una campana de oro en las noches de luna; la huaca Palma, que poseía un templo decorado de hermosas cenefas de piqueras; la huaca Aramburú, construida por miles de adoberos bajo el látigo de los jefes marangas; y otras más pequeñas ocupadas por huanchos y huallas antes de la llegada de los españoles. Indudablemente, sería el único zoológico en el mundo que estaría rodeado de un monumento histórico, lo que acentuaría su atracción turística.

En esta iniciativa participaron activamente Felipe Benavides, Ernesto Gastelumendi, Enrique Barreto, Ernesto Paredes, Violeta Correa, Carolina Belaunde, José Patrón, Eduardo Reátegui, Benjamín Doig, Luis Bustamante, Antonio Uccelli, Lorenzo Rosselló y Juan Filomeno, entre otros. De esa manera, se inició el proyecto de los “Trece de la Fama” (como calificó Francisco Pizarro a su contingente expedicionario).

La idea coincidió con el planteamiento del senador Rafael Puga Estrada en el Congreso de la República, que proponía establecer un zoológico entre Lima y Callao. Gracias a una ley aprobada por el Parlamento se contó con una renta anual de cinco millones de soles y se autorizó al Patronato de Parques Nacionales y Zonales (Parnaz) a concertar préstamos extranjeros.

Ernesto Gastelumendi en su artículo “Remanso en medio de la agitada ciudad” (El Comercio, 9 de octubre de 1989), recuerda algunos aspectos de este esfuerzo colectivo: “Se consideró que para exponer una visión integral del Perú debían estar representados elementos de nuestra cultura en diversas épocas y regiones. En la entrada orientaban al público ocho paneles con el texto y expresiones pictóricas de las leyendas u origen de nuestra cultura, obra del pintor Sabino Springuett, poniéndose así en evidencia la intención del parque”.

“...Dispersos en el área se construyó, y aún están allí, la escenificación de “Oshta y el duende” de la reconocida pintora y escritora Cota Carvallo; la ambientación de un sector con lo relativo al cuento costeño “El caballero Carmelo” de Abraham Valderomar; equipos para juegos infantiles, entre ellos el laberinto, complementado con murales de motivos tomados de los mates peruanos. La zona selva llegó a tener su ambiente característico, tanto en lo profuso de la vegetación y la presencia de mamíferos y aves típicas, así como en los grupos de vivienda construidos por pobladores nativos, traídos especialmente de nuestra Amazonía”.

En 1967, entró en funcionamiento –como parte de la ampliación del zoológico- el primer “Mercado Artesanal del Perú”, instalado en la avenida de ingreso al parque. “Se trata de dar a conocer ampliamente la artesanía nacional, calificada como una de las más bellas del mundo. Así ha quedado demostrado a través de exhibiciones que han tenido gran éxito”, dijo Benavides (El Comercio, 8 de octubre de 1967).

Inicialmente, el plan acordado era hacer 34 locales de venta hasta llegar a la esquina del estanque Maranga y convertirlo en uno de los centros de mayor importancia turística por su cercanía al aeropuerto internacional. Durante la época militar se abrieron calles que prolongaron la avenida La Mar hacia la avenida Las Leyendas. Al construir esos jirones se retiraron los puestos y se vendieron los terrenos a una urbanizadora.

LLEGADA DE ROBERT EVERLY

Invitado por el presidente del Parnaz llegó al Perú en 1964, el arquitecto norteamericano Robert Everly -considerado la primera autoridad mundial en la construcción y mantenimiento de zoológicos- para realizar los estudios de factibilidad y el plan maestro del Parque de Las Leyendas, que incluía una extensión de 149 hectáreas.

Su empresa McFadzean, Everly and Associates (había edificado más de mil zoológicos) presentó el estudio de la segunda etapa, denominada “Gran Centro Cultural para Lima Metropolitana” que incluía jardín botánico, acuario, biblioteca, museos y mayores sitios de picnic. El monto estimado fue de cinco millones de dólares.

En Lima trabajó este proyecto y en dos oportunidades sobrevoló en helicóptero la ciudad para observar todos los lugares de recreación. En compañía de los directivos y miembros del Parnaz realizó minuciosas inspecciones y manifestó “que se encontraba el Parque de Las Leyendas especialmente adecuado para el fin que se le había dado”.

También, se refirió a las innovaciones introducidas en los zoológicos, como la eliminación -en lo posible- de rejas y jaulas, utilizando barreras invisibles, zanjas y habitaciones adecuadas para facilitar las temperaturas y los servicios. Recomendó la conveniencia de diseñar los futuros parques a nivel nacional (reservándose los terrenos adecuados antes que alcancen precios elevados) y consideró que son vitales para los sectores populares.

Durante un encuentro con la prensa nacional, Everly declaró: “Los parques nacionales y zonales así como los zoológicos no sólo tienen importancia por su aporte a la educación y a la cultura, sino que contribuyen a la economía de un país. La construcción del Parque de Las Leyendas ha sido muy bien encaminada”. Asimismo, puntualizó que la ciudad tenía parques sólo para 186 mil personas. “Hay que imaginarse qué pasará cuando dentro de 15 años tenga cuatro millones y medio de habitantes. Actualmente, le faltan unas 8 mil hectáreas de zonas verdes”.

SU ADMINISTRACIÓN

El Parque de Las Leyendas ha tenido fases definidas en su historia. La primera, ejercida por el Patronato de Parques Nacionales y Zonales (Parnaz), entidad del ministerio de Fomento y Obras Públicas, que tuvo la misión de proyectar, programar y crear esta institución desde 1964 hasta el 31 de marzo de 1969, bajo la presidencia de Felipe Benavides.

La segunda, se inició el 1 de abril de 1969 y concluyó el 31 de diciembre de 1982. Durante este período fue conducido por el Servicio de Parques (Serpar), “institución pública encargada del planeamiento, estudio, construcción, equipamiento, mantenimiento y ampliación de los parques metropolitanos, zonales, zoológicos y botánicos para fines culturales y recreacionales” (D.L. Nro. 17528 del 26 de marzo de 1969) del sector Vivienda.

Seguidamente, el ministro de Vivienda, Luis Vargas Caballero, mediante R.S. Nro.0035-69-VI-DS, del 22 de abril de 1969, nombró al expresidente del Parnaz, presidente de la comisión que “formule en un plazo de 60 días, un proyecto de ley que regule las actividades del Servicio de Parques”. Benavides consideró la cartera de Vivienda como la indicada para hacer zoológicos. Argumentó “que el ministerio de Agricultura tendría asesoramiento técnico con relación a la flora y fauna (Servicio Forestal y de Caza), pero no dispondría de un elemento indispensable, el diseño y edificación de los zoológicos, que deben estar bajo la responsabilidad de arquitectos especializados”.

El 7 de junio de 1981, por D.L. Nro. 146 nace el Patronato del Parque de Las Leyendas (Patpal), dependiente del ministerio de Vivienda y Construcción, y que tiene “por finalidad proporcionar bienestar, esparcimiento y recreación cultural a favor de la comunidad, promocionando las diferentes riquezas naturales de nuestras regiones”. El Consejo Directivo del Patpal encabezado por tan reconocido conservacionista, asume su dirección el l de enero de 1983.

Finalmente, luego de sucesivas y controvertidas transferencias (ministerio de la Presidencia, Presidencia del Consejo de Ministros, etc.) la Ley Nro.27273 del 29 de mayo del 2000, modificó el D.L. Nro. 866 (Ley Organización y Funciones del ministerio de Promoción de la Mujer y del Desarrollo Humano) y dispuso su paso a este portafolio.

LOS ENEMIGOS DEL PARQUE

Desde su creación afrontó diversos problemas derivados de la insensibilidad gubernamental y la sucesión de invasiones producidas durante la dictadura militar, colocándolo en una situación deplorable. El presidente del Patpal comentó estos hechos: “...El Parque de Las Leyendas, con sus 120 hectáreas es una zona excepcional. No hay parques zoológicos ni botánicos diseñados en tal forma que eleven como monumento su noble pasado. Las zonas arqueológicas que forman parte de toda una civilización, en este caso, Los Marangas. Actualmente, se invaden estas tierras que pertenecen al estado, o sea a los 18 millones de peruanos, y se construye en zonas arqueológicas con ladrillos, concreto y fierros. Hay un proverbio portugués que dice: los arquitectos cubren sus errores con enredaderas; los cocineros con sus salsas y los médicos con tierra. Los limeños cubrimos nuestros jardines con basura” (El Comercio, 1 de abril de 1984).

En comunicación al ministro de Vivienda y Construcción, Luis Bedoya Vélez, del 19 de octubre de 1988, nuevamente Benavides advierte de los peligros que se ciernen al incrementarse las invasiones: “Nuestro personal no está capacitado para efectuar trabajos de protección del perímetro del parque. Personalmente, he constatado el día de ayer que ingresan hasta camionetas con materiales de construcción por un lugar alejado de nuestra administración. Recordará usted que le informé que, durante el gobierno militar, terrenos del parque fueron vendidos y urbanizados. Me refiero a la entrada del parque. A pesar de todos los esfuerzos que hicimos para que Serpar aclare esta situación, ha sido imposible y no nos queda otra vía que la del recurso de amparo para así, por lo menos, evitar que en el futuro se nos pueda responsabilizar por esos terrenos, algunos invadidos y otros vendidos”.

Lotizaciones, venta irregular de terrenos, demoras burocráticas e ineficiencias, fueron los principales factores que obstaculizaron los esfuerzos de la administración iniciada en 1983, teniendo que acudir al Ejército para efectuar las mediciones perimétricas. Después de tres meses de trabajo determinaron que sólo existían 112 hectáreas, lo cual no coincidía con los planos originales.

Del mismo modo, los apremios económicos, la coyuntura política y la ausencia de visión en nuestros gobernantes, han contribuido para dejar de lado requerimientos básicos del hombre como acceder a la cultura, la recreación familiar y el conocimiento de nuestra flora y fauna silvestres.

Por estos motivos, fue muy difícil reponer esta institución. “He tenido que reconstruir el parque y la mejor prueba de cómo estuvo abandonado entre los años 1969 y 1983, la tenemos en la película “Frente a Frente”, de Alfonso Baella Tuesta...”, comentó Benavides al director de la revista Oiga, Francisco Igartua, en carta del 30 de enero de 1991. Es incuestionable su mérito considerando que el zoológico recibía aproximadamente 150 dólares anuales del Presupuesto General de la República. Increíble!

“Poca gente en el Perú tiene una idea de lo complejo y difícil que resulta manejar un zoológico, para cuyo debido funcionamiento se requiere contar con alta tecnología. Un zoológico es como un pequeño Estado en el cual lo más importante es procurar la seguridad de los que lo habitan, porque hay que evitar el daño al público, a los animales por parte del público, los robos, las violaciones con fines dolorosos, el uso de drogas, etc., todo esto, como al público le consta, ha sido posible obtener en el zoológico del Parque de Las Leyendas debido a la devoción de quienes hemos trabajado en él...”, expresó su fundador (El Comercio, 30 de enero de 1991). Ojalá, así lo hubieran entendido sus críticos que, cegados por la mezquindad, no han reconocido su trabajo al frente del patronato.

EJEMPLO IMPAR

La austeridad no es inherente a la función pública en el Perú y no necesariamente ha distinguido a quienes asumieron la conducción del parque a partir de 1991. Lamentablemente, la existencia de onerosos sueldos, camionetas, asesores y un cuantioso entorno, expresan la ostentación y frivolidad de nuestros gobernantes.

Así lo había ya enfatizado el expresidente del Parnaz a la revista Oiga (15 de octubre de 1971): “El Parque de Las Leyendas se ha hecho con amor y con trabajo. Los directivos que lo impulsaron nunca recibieron dinero...Cuando yo estuve en esto, trabajábamos en el tercer piso del Estadio Nacional. En ese lugar prestado trabajábamos los que hicimos el Parque de Las Leyendas. Teníamos unos tabiques, unas sillas y allí y trabajábamos. Al Estadio no le costó un solo centavo el alquiler. Entonces, lo que estamos deseando en Las Leyendas es PARQUE. No aterciopeladas oficinas”.

Felipe y los integrantes de su directorio trabajaron ad honorem, utilizaban sus automóviles, no cobraban gastos de representación, dietas, gasolina, etc. Eran servidores altruistas cuyo ejemplo marcó un estilo de trabajo y de vida, necesario de recoger e imitar.

SU DESTITUCION

El 18 de enero de 1991, mediante una insólita (?) resolución suprema Nro.029-09-PCM se consideró “necesario dar por concluida” su designación en la presidencia del Parque de Las Leyendas”. “Hay que estar en mi sillón para darse cuenta del difícil trabajo que es”, escribió un día antes desde Londres, sin imaginar que ya se había resuelto darle las “gracias por los servicios prestados”, de esta singular manera.

Esta disposición fue el inicio de una campaña preparada por organizaciones “verdes” que emplearon sus influencias en Palacio de Gobierno para lograr su destitución de los cargos gubernamentales que desempeñaba ad honorem. El paso siguiente era sacarlo de la presidencia del Consejo Nacional de la Vicuña, pero su deceso (21 de febrero de 1991) frustró la segunda parte de la conspiración.

Evidentemente, se trató de una venganza en la que triunfó en el alma de sus retractores “el tinte oscuro”, como anotara César Vallejo. Por “coincidencia” los comprometidos en esta acción habían sido denunciados, nacional e internacionalmente, por el presidente del Patpal, debido a su censurable participación en el manejo de los recursos naturales desde el sector público y por la dudosa utilización de la cooperación extranjera, entre otras anomalías que están documentadas.

Sus críticos, hábiles en “sórdidas maniobras puestas en prácticas” como expresó el ex ministro de la Presidencia, Nicanor Mujica Álvarez Calderón, se valieron de parlamentarios, medios oficiales de comunicación y de recursos económicos para responder así a las aseveraciones formuladas en la película “Benavides”, estrenada en la televisión británica el 13 de enero de ese año. Allí este “quijote moderno” dejaba constancia de la forma como la ecología en el mundo “había ingresado en el terreno de la hipocresía, la corrupción y la deshonestidad”.

Fueron muchas las voces de protesta que salieron en su defensa. Entre ellas queremos transcribir las palabras del diputado Fernando Ramírez Alfaro, quien en su editorial “El día que las vicuñas lloraron” (Expreso, 31 de enero de 1991) comentó: “Ni Felipe Benavides –ni ninguno de los miembros del Patronato- cobraba sueldo, dieta, movilidad, viático o algún estipendio económico. Personas como el embajador Augusto Dammert y los demás miembros del Patronato, acompañan al señor Benavides porque en sus espíritus está añejada esa vocación de servicio por la patria y en sus corazones el amor por la naturaleza”.

El periodista Manuel D’Ornellas, en su columna del diario Expreso (22 de febrero de 1991), explicó las razones que motivaron esta determinación: “En el fondo, lo que sus detractores y perseguidores jamás le perdonaron, y por eso aceleraron su muerte, es que un hombre de linaje y fortuna, comensal de reyes y presidentes, se arremangara cotidianamente en la polvorienta Maranga y allí impidiera que el único zoológico de Lima se transmutara en un basural; que para tal empeño, no exigiera sueldo o gastos de representación: y que –además de todo ello- Felipe Benavides Barreda fue uno de los peruanos más conocidos a nivel mundial, precisamente por su dedicación a estos temas”.

TESTIMONIO PERSONAL

Con Felipe me unió una estrecha relación institucional, intelectual y afectiva, nacida en la primavera de 1984. Por esa razón, tuve el privilegio –como muy pocos- de constatar su obsesionada dedicación hacia el Parque de Las Leyendas. Alguna vez llegamos juntos al zoológico y al detener su automóvil, miró a los niños que ingresaban y exclamó: “Ve estos niños, por ellos es que hago toda esta obra. Ellos son mi satisfacción...”. Esa era su genuina motivación.

Quienes han tergiversado el compromiso social, humano y solidario de la conservación de la naturaleza, no han alcanzado a comprender a este compatriota adinerado, descendiente de familia aristócrata, amigo de monarcas, poseedor de una singular formación, que se ilusionaba –únicamente- por satisfacer a los humildes visitantes de este centro recreacional.

El Parque de Las Leyendas y otros bellos exponentes de nuestro patrimonio natural, son una realidad gracias a su visión. Estos baluartes de la ecología están vinculados, fundamentalmente, con las ilusiones de los pobres, para quienes la gestión ambiental no debe ser una lejana opción en sus vidas, sino un elemento inmerso en la agenda del desarrollo. Así lo tenía claro y, por lo tanto, sus energías se orientaron hacia la obligación de encontrar en esta variable un instrumento que alivie la miseria.

Profeta incomprendido, hombre de avanzada, terco en sus convicciones éticas, cívicas y democráticas. Suscitó envidias, despertó admiraciones y cultivó el reconocimiento de las comunidades campesinas. Su recuerdo estará siempre vinculado al Perú, al que lo unió sentimientos encontrados y una auténtica vocación de servicio. Seguramente, coincidió con el poeta de Santiago de Chuco: “Aunque me haya ocurrido odiar al Perú, ese odio ha estado siempre impregnado de ternura”.

Como pocos en un país fecundo en claudicaciones, jamás abdicó a sus principios. Hizo de la decencia una cultura personal. Su ejemplo de vida, sus ideales y su coherencia, constituyen un referente que nos debe inspirar fe y esperanza en el futuro. Sin duda, un peruano de leyenda.

(*) Docente, conservacionista, miembro del Instituto Vida y ex presidente del Patronato del Parque de Las Leyendas - Felipe Benavides Barreda. http://wperezruiz.blogspot.com/
“Les corresponde a los jóvenes de hoy, que gobernarán el Perú de mañana, la responsabilidad de contribuir a garantizar los principios de una inteligente administración de los bienes de la naturaleza que Dios nos ha entregado no para destruirlos, sino para que su destino sirva a los hombres del presente y del futuro”.

Felipe Benavides
Lima, 1973

Doña Carmen Benavides

Revista de Ciencias Veterinarias, marzo 2004

Por: Wilfredo Pérez Ruiz (*)

A través de estas líneas deseo evocar el legado de Carmen Benavides Barreda, fundadora del Parque de Las Leyendas, encargada de la cuarentenaria durante casi 20 años y, además, una dama entregada a la protección de la vida animal en nuestro país.

Hija de Alfredo Benavides Diez Canseco y Carmen Barreda Bolívar, nació en Miraflores el 15 de febrero de 1919. Fue la tercera de cinco hermanos (Alfredo, Felipe, Teresa e Isabel) Transcurrió su educación en Francia y Gran Bretaña (donde su padre fue embajador). Desde su infancia estuvo rodeada de monos, gatos, perros, loros y un zorro que eran sus engreídos. Estando en Europa se interesó por las organizaciones proteccionistas.

Al volver al Perú en 1947, inició una cruzada que contribuyó a levantar la Sociedad Protectora de Animales del Perú “San Martín de Porres”, fundada por el pionero de la aviación civil en el Perú, Elmer Fauccett. Tiempo después fue elegida presidenta y logró obtener –gracias a la generosa colaboración del alcalde de San isidro, Augusto Dammert León- un terreno para construir el anhelado refugio de animales.

Gestionó oportunamente una adecuada legislación en relación al tema de su permanente inquietud. El presidente Manuel Prado Ugarteche firmó un decreto supremo reglamentando la protección animal. Finalmente, sus clamores fueron escuchados.

Dedicó sus energías al cuidado de los animales y su entrega no conoció límites. La llamaban muchas veces a media noche para avisarle de un caballo herido en una carretera o de un perro atropellado. Salía en su auto en busca de un veterinario que siempre le ayudaba. Asimismo, salvaba la vida de personas amenazadas por rabia y vacunaba a nuestros “hermanos menores” en los pueblos jóvenes.

El presidente Fernando Belaunde Terry (1964) le encargó la jefatura del zoológico del Parque de Las Leyendas (permaneció hasta unas semanas previas a su fallecimiento el 25 de junio de 1982), ha donde llegaba a las siete de la mañana y salía en avanzadas horas de la noche.

Durante mucho tiempo sufrió debido a la disminución de las partidas presupuestales otorgadas al parque por el Servicio de Parques (Serpar). En múltiples oportunidades aportaba (de su propio peculio) medicinas para la cuarentenaria. La sobrevivencia del zoológico en los últimos 13 años antes de su deceso, se debió a su empeño en ofrecer a la niñez la felicidad de visitar tan importante espacio recreacional y educativo.

Como acertadamente señaló María Tellería Solari, en su artículo “Los Benavides y el parque”, (Expreso, 22 de febrero de 1991): “Se convirtió en el ángel protector de los animales del parque, preocupándose por su alimentación y cuidado, incansablemente, sin atender horarios ni nada. Sólo la muerte pudo cortar esta vida de arduo trabajo y sacrificio por su “hermanos menores”.

Dejó testimonio de verdadero amor por los seres creados por Dios y como San Francisco de Asís (proclamado “Patrono celestial de los ecologistas” por el Papa Juan Pablo II en 1979) dio muestra de un respeto auténtico y pleno por la integridad de la creación. Fue amiga de los pobres y protectora de los animales, y siguiendo la huella de Asís, estuvo en paz con Dios. Su ejemplo de vida y su noble recuerdo permanecerán vinculados al Parque de Las Leyendas, al que dedicó con generosidad sueños, desvelos e ilusiones.

(*) Docente, conservacionista, consultor en temas ambientales, miembro del Instituto Vida y ex presidente del Patronato del Parque de las Leyendas – Felipe Benavides Barreda. http://wperezruiz.blogspot.com/
“Nuestra historia conservacionista es trágica, pues hay recursos naturales renovables que están por extinguirse, debido a nuestra marcada indolencia, o simplemente por el interés económico de unos cuantos. La chinchilla, el caucho, los lagartos, la quinua o cascarilla, el palo de rosa, el guano, el salitre , etc, etc., fueron recursos que por una u otra razón ya no representan mayor valor a nuestra economía nacional. Antaño fueron fuente de riqueza sin igual, que en muchos casos salvaron la economía de nuestra nación”.

Felipe Benavides
Lima, 1973

Felipe Benavides: El recuerdo del patriarca

El Comercio, agosto 20 de 1997

Por: Martha Meier Miró Quesada (*)

Los derechos de las comunidades campesinas, alto andinas y nativas. La problemática de la niñez. El hambre, la miseria, la depredación de nuestras riquezas naturales. La protección de la anchoveta, de las vicuñas, la taruca, el oso de anteojos y otras especies representativas de la fauna nativa. El establecimiento de áreas silvestres protegidas, en beneficio de las futuras generaciones. La hipocresía que se ha apoderado de ciertos sectores del ambientalismo. Todo esto fue causa de los desvelos de don Felipe Benavides Barreda, patricio de la conservación en nuestro país y reconocida figura del ambientalismo a nivel internacional. Benavides hubiera cumplido ochenta años el día de mañana 7 de agosto. Aunque ya no está entre nosotros la fecha será siempre de celebración y agradecimiento por su monumental legado y vida ejemplar.

Mañana hubiera cumplido ochenta años. Y aunque hace más de seis que no está entre nosotros, su vida ejemplar y monumental obra ya forman parte de la historia del Perú. Muchos siglos habrán de pasar y ni aún así podrá ser borrada la huella de este notable compatriota. Felipe Benavides (1917-1991) fue un luchador incansable, defensor de las más nobles causas nacionales. Pilar fundamental del movimiento 'verde' en nuestro país, fue además un visionario en lo que se refiere a compatibilizar la economía con la ecología, el crecimiento económico con la protección de las riquezas naturales, el progreso y el desarrollo enfocados desde una perspectiva ambientalista cuya única finalidad debiera ser elevar la calidad de vida de la sociedad, en su conjunto. Fue un terco soñador que apostó por un mañana más justo, solidario y ecológicamente viable.

Padre de paraísos

El Parque Nacional del Manu, las Reservas Nacionales de Paracas, Lomas de Lachay y Pampa Galeras, son apenas unas cuantas de las muchas áreas protegidas que Benavides batalló por establecer. El Parque de Las Leyendas, principal zoológico del país, es otro de sus legados. Don Felipe consagro su vida a la conservación de la naturaleza y a defender los derechos de las postergadas comunidades alto andinas y amazónicas. Abrazó la causa con fervor y ética. A lo largo de su fructífera vida ocupó diversos puestos oficiales en los que se desempeñó con una sola ambición: servir lo mejor posible al Perú.

Su huella profunda

Sobre tan preclaro compatriota escribió el dos veces presidente del Perú, arquitecto Fernando Belaúnde Terry: "Rebalsaba personalidad, como el cántaro al fuego en plena ebullición". Era talentoso, constante y eficiente en el trabajo para sustentar sólo las grandes causas impersonales.

Dijo que: "No bajaría los brazos hasta que llegara la muerte". Y así fue. Sobre su larga lucha para salvar de la extinción a la vicuña, estilizado camélido sudamericano que posee la lana más fina del mundo y es parte integral de nuestro escudo, comentó Belaunde: "Un sentimiento profundamente romántico, de amor al Perú en sus esencias, caracteriza el idilio de Benavides -no encuentro otra forma de definirlo- con la vicuña. Aguardaba cada nuevo alumbramiento con inquietud paternal. Lo vi acariciar a las recién nacidas en el dulce cautiverio del Parque de Las Leyendas, tan distinto al dramático hábitat del altiplano..."

En "Epistolario" libro publicado por el "Fondo Editorial de la Red Nacional de Acción Ecologista" (Renace-Perú), el amauta Javier Pulgar Vidal lo recuerda así: "Felipe Benavides era un peruano apasionado por la causa del Perú; vivió intensamente por la defensa de sus riquezas naturales y de los grandes proyectos que nos condujeron al engrandecimiento nacional... Nos toca continuar la obra del gran servidor de las causas más enaltecedoras del patriotismo..."

Señor de la ecología

"Señor de la Ecología", fue el homenaje póstumo que le tributó la página editorial de 'Expreso'. En esas iluminadoras líneas publicadas en el 'Diario de Orejuelas', dirigido por el destacado periodista Manuel D'Ornellas, se expresaba: "Decía el escritor argentino Jorge Luis Borges, burlonamente, que era de caballeros adherirse a causas perdidas. Lo que no sabía Borges es que en el Perú había un caballero que lograba convertir a esas causas perdidas en empresas victoriosas, contra toda predicción. Ese señor se llamaba Felipe Benavides Barreda... Ese señor, cuya ausencia aún siente el Perú, salió a defender lo que nadie defendía: las ballenas, las vicuñas, la integridad de la península de Paracas, la ecología de nuestras costas.

Como caballero andante que era, lanza en ristre pero con una pragmática red de contactos humanos en el Perú y en el exterior, que le permitió ganar batallas que antes siempre se habían perdido. Lo hizo al precio de mermar su considerable fortuna personal, porque nunca su natural señorío le permitió lucrar con las causas nobles ganadas o perdidas. Y lo hizo poniendo en ese empeño toda su fuerza vital, hasta morir". Amigo inolvidable don Augusto Dammert León fue amigo entrañable de Benavides desde sus primeros años. Junto a él batalló a favor de nuestras riquezas naturales y la defensa de las mujeres, hombres y niñez más olvidados. Lo apoyó además en varias de las instituciones que fundara, como "Pro Defensa de la Naturaleza" (Prodena), entidad primera en brindar ayuda técnica y económica al Manu. Escribió Dammert en nuestra página editorial que Felipe era: "Un peruano diferente”.

Los peruanos de Lucanas, del Colca, de Paracas, del Manu, no olvidan sus visitas, preocupado por la suerte de la vicuña, los lobos de mar y los cóndores, del oso de anteojos y de la taruca, de las aves de dentro y de fuera. La historia recoge su patriótica audacia para lograr una multa de tres millones de dólares al todopoderoso Aristóteles Onassis, empeñado en una gigantesca cacería de ballenas en el Pacífico. Argentina, Bolivia, Chile y Ecuador conocieron los empeños inauditos de Benavides por la conservación del camélido andino que ofrece la fibra animas más bellas y fina del mundo".

Maestro de muchos

Benavides fue un hombre preocupado por formar a las nuevas generaciones del Perú, de inculcarles el amor por las causas nobles y humanistas. Wilfredo Pérez Ruiz, su discípulo más destacado, vinculado desde el Frente Ecológico Peruano Felipe Benavides a Renace Perú (red que mantiene el espíritu y mensaje moral del recordado conservacionista) expresa: "En momentos en que hubiera cumplido 80 años, el padre del movimiento ambientalista del Perú y de América Latina, Felipe Benavides Barreda, es importante destacar sus singulares calidades éticas, cívicas y profesionales que enaltecieron su trayectoria. Fundamentalmente me parece importante recordar esto, cuando la corriente ecologista atraviesa una severa crisis moral e institucional, consecuencia de su desencuentro con la sociedad en su conjunto.

Muchos relacionan a Felipe únicamente con el quehacer ambiental, sin embargo su vida estuvo siempre orientada a la realización de muchos proyectos más allá del tema exclusivamente ecológico. Fue junto al recordado empresario sueco Gosta Lettersen, promotor de la creación de la 'Feria Internacional del Pacífico. Canalizó la inversión de capitales extranjeros a nuestro país. Cumplió una labor solidaria durante la guerra civil española en 1939 y desarrolló, también, colaboración humanitaria durante la Segunda Guerra Mundial, asistiendo a los heridos y enfermos: Manejaba ambulancias en la capital británica, salvando así la vida de muchos.

Para los ambientalistas y para los peruanos en general, su gran legado es haber luchado insistentemente para que los recursos naturales se orienten a mejorar la calidad de vida de los peruanos. Felipe es y seguirá siendo un peruano vigente, no por cuestiones de nostalgia sino por la brillantez, lucidez y vigencia de su pensamiento y de su trayectoria moralmente ejemplar".

(*) Periodista, fundadora de la Red Nacional de Acción Ecologista del Perú (Renace Perú) y editora central de fin de semana y suplementos del diario El Comercio.