Expreso, febrero 23 de 1991
Por: Manuel Ulloa Elías (*)
Querido Felipe,
Me acabo de enterar con inmensa tristeza de que has emprendido el largo y solitario viaje que te llevará a la paz y a la plenitud de la inmortalidad.
Tus amigos de siempre, sacudidos de dolor y nostalgia, hubiéramos querido estar a tu lado para tomarte la mano, apretándola fuerte, y para que sintieras la ternura, admiración y afecto que tenemos por ti, y la inspiración que tu vida ejemplar ha sido para nosotros, para los peruanos y los que te conocían fuera del país.
Tú eres de los seres humanos que, siendo amigos desde nuestra juventud, más inspiración le dieron a mi amor por nuestra tierra, sus bellezas, sus animales y plantas, a las dedicaste tu vida.
Por circunstancias familiares, por tu talento y simpatía, por el coraje y aventura de tu carácter pudiste haber escogido, fácilmente, otros caminos más cómodos y halagueños. El que has seguido lo abriste tú y su huella seguirá siempre: y lo recorriste batallando y en lucha permanente con la incomprensión, los intereses creados; la mezquindad, envidia y cobardía de aquellos que siempre acechan en la oscuridad para apagar las luces que nuestro pueblo y el mundo necesitan para guiarlos.
Contigo he recorrido una buena parte del Perú y me enseñaste a descubrir parte de sus tesoros que no conocía cuando lo hicimos juntos: la Reserva de Paracas, el Manú, Pampa galeras, las islas guaneras, la Selva; sus árboles, plantas, flores, ballenas y peces de nuestro maravilloso mar y, especialmente, la gloria de la vicuña y sus primas, las alpacas; a los que dedicaste tu vida para salvarlos y alentar su desarrollo.
El Parque de Las Leyendas fue tu inspiración y refugio, y la ventana a través de la cual niños, mujeres y hombres –jóvenes y ancianos, peruanos y extranjeros- conocieron y amaron las riquezas de esta tierra.
Tu propia casa era tan bella, imagen y semejanza de tu vida y la de tu familia, que nunca la olvidaré. Ahora la tengo presente en mi retina.
En los últimos días de tu vida debes haber sentido cómo el Perú profundo te amaba y respetaba. La mezquindad y cobardía de tu adversarios trató de herirte desplazándote, en tu ausencia, de la presidencia del Patronato del Parque de Las Leyendas y el gobierno se prestó inexplicable y penosamente a es te infeliz y estéril ataque. Tus amigos y los que te conocieron abrieron fuego contra ellos. Ya estamos hartos, y decididos a luchar contra tanta bajeza y corrupción.
Tu nombre y tu honor están al tope del mástil del Perú y seguirás siendo siempre presidente del Parque de Las Leyendas; y leyenda de tu patria.
Gracias, Felipe; un abrazo lleno de ternura a la compañera de tu vida y luchas, María Luisa, y a la ilusión de tus ojos: tu hijo.
Nos volveremos a ver y me guardo para entonces el estrecho abrazo que ahora quisiera darte.
Manuel
(*) Abogado, político, fundador de Acción Popular, empresario, ministro de Economía, presidente del Consejo de Ministros y presidente del Senado de la República.
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