Por: Wilfredo Pérez Ruiz (*)
Se han cumplido 30 años de la instauración de la Reserva de Producción
de Fauna Chimborazo (1987), ubicada en las provincias de Chimborazo, Bolívar y
Tungurahua (Ecuador). Este admirable y espléndido refugio silvestre, con una
extensión de 58 560 hectáreas, reúne excelentes condiciones ecológicas para la
vicuña.
Deseo mencionar los detalles, protagonistas y sucesos acerca de la reintroducción
de este camélido. En tan sentido, empezaré haciendo un breve recuento: comprendiendo que la cooperación bilateral es
uno de los más eficientes mecanismos para la preservación de los recursos
naturales renovables, se dispusieron -desde fines de la década de 1960- contactos
entre las autoridades de Bolivia y Perú tendientes a encontrar coincidencias
para celebrar un acuerdo enfocado a la recuperación de la vicuña.
Contando con el activo rol de los ministerios
de Agricultura de ambos países, se rubricó el Convenio para la Conservación de
la Vicuña (La Paz, el 16 de agosto de 1969) por un período de diez años -pudiendo
ser ampliado- y quedó abierto a la adhesión a los gobiernos de Argentina, Chile
y Ecuador. Este instrumento jurídico prohibió “la caza de la vicuña, así como a
derogar todas las disposiciones legales que permite, dentro de sus respectivos
territorios, el comercio de sus lanas, pelos, pieles y manufacturas de éstos,
cualquiera que sea su origen. Igualmente, se comprometen a impedir el tráfico
de los productos de la vicuña procedentes del comiso”. En su cristalización participaron
el especialista en camélidos sudamericanos e investigador boliviano Armando
Cardozo González (1928 – 2008) y el ambientalista y diplomático peruano Felipe
Benavides Barreda (1917 – 1991).
Uno de los objetivos al momento de promover este
tratado, estuvo encausado a incluir al Ecuador y, por lo tanto, lograr reincorporar
esta especie en dicha nación. Es así que Benavides, inspirado en su afán de
darle respaldo a estas intenciones, logró que la conferencia de la Unión
Mundial para la Naturaleza (UICN) -desarrollada en San Carlos de Bariloche
(Argentina)- sirva de sustentación para suscribir el convenio y empezar con
celeridad los procedimientos para erigir un área natural protegida en tierras
ecuatorianas.
En tal virtud, transcribo algunos fragmentos
de la carta a su amigo, el secretario general de la Organización de Estados
Americanos y ex mandatario ecuatoriano Galo Plaza Lasso (1906 – 1987), del 14
de diciembre de 1973: “…Te interesará saber que he propuesto al gobierno
ecuatoriano la creación de un parque nacional o reserva en las cercanías del
Cotopaxi. Antaño Ecuador tuvo vicuñas en su andes y mi deseo ahora es
devolverlas a su hábitat natural, donde fueron destruidas por el hombre
irresponsable. Esa misma área debe de proteger al cóndor, que se encuentra
representado en el escudo nacional del Ecuador; pero que, muy lamentablemente,
puede desaparecer en los cielos de tu bella, tierra. Fuera del aspecto
conservacionista, este parque nacional puede ser un atractivo turístico de importancia,
sobre todo considerando que ahora los visitantes a las Galápagos no tienen
oportunidad de conocer la fauna y flora ecuatoriana”.
“He solicitado al gobierno ecuatoriano que se
adhiera al Convenio de la Vicuña, firmado por Bolivia, Chile, Argentina y Perú,
y así formar parte de los países andinos que defienden y conservan el animal
que lleva la lana más fina del mundo, y en el futuro ofrecer a sus campesinos
una nueva fuente de riqueza. Tu apoyo para este proyecto será ampliamente
apreciado”. De su lectura se desprende su propósito de coadyuvar con el anhelo
de reintroducir este camélido y destaca su importancia económica y social.
Dentro de este contexto, debo resaltar lo
expuesto en el informe titulado “Preliminares sobre la presencia y trascendencia
de los camélidos en el Ecuador”, de autoría de Cardozo, en el que analiza su
evolución desde tiempos del Imperio de los Incas. En el capítulo “Las llamas en
los relatos de la colonia” precisa: “…Los camélidos en la relación de cronistas
españoles clásicos son comunes, generales y definidos. No sólo se describe su
presencia sino también se distinguen las especies. Los sacerdotes Cobo
(Bernabé) y de Acosta (José) mencionan claramente las cuatro especies. El P.
Acosta en el capítulo XL destaca a las vicuñas que son silvestres y los
‘carneros’ que son ganado doméstico. Aún más discute y comenta que no son las
‘capreas’, como dicen algunos, reconoce la similitud, pero las vicuñas no
tienen cuernos, concluye. En el capítulo siguiente se refiere a las otras dos
especies: de los pacos y guanacos y carneros del Perú. El P. Cobo, a su vez,
cita a las llamas y por aparte escribe: ‘También estaba amojanados los
cazadores y cotos del ganado bravo y silvestre, como eran guanacos, vicuñas y
venados…’”
Se habían completado los elementos científicos
e históricos y solo faltaba el componente legal y, al mismo tiempo, enfrentar
una enorme barrera burocrática para culminar esta misión. Nuestro compatriota
planteó al ministro de Agricultura y Ganadería del Ecuador, Raúl Cabrera
Sevilla su intención de fundar una entidad conservacionista e incluso tramitar ante
el Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF) la asistencia para establecer el Parque
Nacional del Cotopaxi.
En este aspecto, los esfuerzos de Benavides fueron
persistentes. Así lo dejó entrever en su misiva al citado funcionario del 23 de
enero de 1975: “…Es mi deseo desde hace algunos años, volver a reintroducir la
vicuña en zonas del Ecuador, donde habito en el pasado, pero debido a la
insidia del hombre fueron eliminadas de su propio hábitat. Para tal fin,
estamos esperando la firma del Convenio de la Vicuña por vuestro país y de esta
forma poder iniciar la reintroducción de este valioso camélido en vuestro
territorio. Seguramente le interesará saber a usted señor ministro, que en la
reserva de vicuñas de Pampa Galeras tenemos actualmente 12 554 ejemplares,
habiendo solamente unas 1 200 vicuñas hace unos siete años”.
Valiéndose de su cercana amistad con el ex
inquilino del Palacio de Carondelet, prosigue en sus empeños y en su epístola del
11 de julio de 1975 le dice: “…Es indispensable que Ecuador firme esa adhesión
para que yo pueda iniciar las negociaciones para la reintroducción de la vicuña
en el área del Cotopaxi. La persona llamada a preparar el documento de adhesión
debe ser el señor Augusto Pérez Anda, director del Departamento de Actos y
Convenios Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores”.
También, sugirió elaborar proyectos para obtener
del WWF la cooperación orientada a programas de conservación para la vicuña. Quiero
recordar que la contribución de la Sociedad Zoológica de Frankurt -que aportó
dos millones de dólares por recomendación de su presidente, Bernardo Grzimek- y
de la Misión de Cooperación Técnica de la República Federal Alemana ha sido determinante
para salvaguardar esta especie en nuestro país.
Ecuador se une al Convenio de la Vicuña (1979).
En 1988 el Perú envió 100 vicuñas -provenientes de la Reserva Nacional de Pampa
Galeras (Lucanas, Ayacucho)- de conformidad con la Resolución Nro. 34/85 de
este acuerdo que resuelve: “Requerir a los miembros del Convenio de la Vicuña
prestar pronta atención al pedido ecuatoriano, así como ofrecer las mejores
facilidades posibles para el éxito de su programa”. Su captura, traslado y
adaptación fue exitosa y, además, su población se ha ido incrementando: el último estudio (2012) registró 4
824 individuos.
Así concluyeron con satisfacción las diligencias
encaminadas a lograr que esta nación, con la que tenemos un sólido vínculo, logre
su reintroducción. El aprovechamiento sostenido de su bella y cotizada fibra
será en el futuro una nueva opción económica y, en consecuencia, un aporte
significativo para mejorar la calidad de vida de los moradores andinos.
Sin embargo, aún subsiste el agudo peligro de
su caza furtiva debido a la cuantiosa demanda de su lana en los mercados
europeos y asiáticos y, especialmente, por existir deficientes dispositivos y ausencia
de medios para enfrentar tan lacerante amenaza. De allí la imperiosa necesidad
de fortalecer el Convenio de la Vicuña como el marco normativo que encamina las
acciones conjuntas llevadas a cabo por cada país dentro de sus ámbitos de
influencia. Por desgracia, el Perú es el principal escenario de su cacería
ilícita, por albergar la mayor concentración de este preciado exponente de
fauna silvestre.
Mi homenaje a los ciudadanos de nuestra
América Latina -citados en esta nota- gracias a cuya visión, desvelo, tenacidad
y convicción, se consiguió sacar adelante la importantísima causa regional de
la vicuña, superando obstáculos, limitaciones y apatías. Tres décadas más tarde
los resultados son esperanzadores y constituyen un símbolo de nuestra ansiada y
genuina integración.
(*)
Docente, conservacionista, consultor en temas ambientales, miembro del Instituto
Vida y ex presidente del Patronato del Parque de Las Leyendas – Felipe
Benavides Barreda. http://wperezruiz.blogspot.com/
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