viernes, 3 de octubre de 2025

Carta abierta a Felipe Benavides

Expreso, febrero 23 de 1991 

Por: Manuel Ulloa Elías (*) 

Querido Felipe, 

Me acabo de enterar, con inmensa tristeza, de que has emprendido el largo y solitario viaje que te llevará a la paz y a la plenitud de la inmortalidad. 

Tus amigos de siempre, sacudidos de dolor y nostalgia, hubiéramos querido estar a tu lado para tomarte la mano, apretándola fuerte, y para que sintieras la ternura, admiración y afecto que tenemos por ti, y la inspiración que tu vida ejemplar ha sido para nosotros, para los peruanos y los que te conocían fuera del país. 

Tú eres de los seres humanos que, siendo amigos desde nuestra juventud, más inspiración le dieron a mi amor por nuestra tierra, sus bellezas, sus animales y plantas, a las que dedicaste tu vida. 

Por circunstancias familiares, por tu talento y simpatía, por el coraje y aventura de tu carácter pudiste haber escogido, fácilmente, otros caminos más cómodos y halagüeños. El que has seguido lo abriste tú y su huella seguirá siempre; y lo recorriste batallando y en lucha permanente con la incomprensión, los interese creados; la mezquindad, envidia y cobardía de aquellos que siempre acechan en la oscuridad para apagar las luces que nuestro pueblo y el mundo necesitan para guiarlos. 

Contigo he recorrido una buena parte del Perú y me enseñaste a descubrir parte de sus tesoros que no conocía cuando lo hicimos juntos: la Reserva de Paracas, el Manu, Pampa Galeras, las islas guaneras, la selva; sus árboles, plantas, flores, ballenas y peces de nuestro maravilloso mar y, especialmente, la gloria de la vicuña y sus primas, las alpacas; a los que dedicaste tu vida para salvarlos y alentar su desarrollo. 

El Parque de Las Leyendas fue tu inspiración y refugio, y la ventana a través de la cual niños, mujeres, hombres -jóvenes y ancianos, peruanos y extranjeros- conocieron y amaron las riquezas de esta tierra. 

Tu propia casa era tan bella, imagen y semejanza de tu vida y la de tu familia, que nunca la olvidaré. Ahora la tengo prendida en mi retina. 

En los últimos días de tu vida debes haber sentido cómo el Perú profundo te amaba y respetaba. La mezquindad y cobardía de tus adversarios trató de herirte desplazándote, en tu ausencia, de la presidencia del Patronato del Parque de Las Leyendas y el gobierno se prestó inexplicable y penosamente a este infeliz y estéril ataque. Tus amigos y los que te conocen abrieron fuego contra ellos. Ya estamos hartos, y decididos a luchar contra tanta bajeza y corrupción. 

Tu nombre y tu honor están al tope del mástil del Perú y seguirás siendo siempre presidente del Parque de Las Leyendas; y leyenda de tu patria. 

Gracias, Felipe; un abrazo lleno de ternura a la compañera de tu vida y luchas, María Luisa, y a la ilusión de tus ojos: tu hijo. 

Nos volveremos a ver y me guardo para entonces el estrecho abrazo que ahora quisiera darte. 

Manuel. 

(*) Abogado, político, senador, presidente del Directorio de Editora Nacional S. A., exministro de Economía, expresidente del Consejo de Ministros y expresidente del Instituto de Arte Contemporáneo.

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